Del dicho al hecho hay un largo trecho, qué duda cabe. Y cuando se habla de calidad (sobre todo cuando se habla) el trecho es más bien un largo recorrido.
Si hacen el experimento de pasear un poco por sus ambientes de desarrollo preguntando “¿Cómo se implementa un software de calidad?” recabarán respuestas ubicables en un amplio rango que va desde la opinión improvisada (la mía, por ejemplo) hasta la disertación fundada. Increíblemente, la mayoría de las respuestas serán muy razonables (¡hagan la prueba!). Podríamos decir que casi todo el mundo sabe cómo contribuir a la buena calidad de un producto de software.
Qué duda cabe. ¿Y entonces? ¿Qué pasa? Vamos, ustedes saben a qué me refiero (y si no saben tienen un problema más grave todavía). Creo que una –entre tantas otras- cosas que pasan es que un nivel de calidad por sobre la media (abreviemos en “la calidad” de aquí en más) conlleva un costo que muy pocas empresas están dispuestas a asumir.
Un error de concepto muy extendido que ninguna consultora en calidad con sentido comercial corrige es la confusión entre el costo de la calidad y el precio de la implementación o certificación de normas de calidad.
La confusión entre aquel costo y ese precio conviene a ambas partes: en la empresa alguien vende -y alguien compra- que erogando una suma inicial de $xxx y un mensual de $zzz asegura la calidad de su producto o proceso de desarrollo, y la consultora disimula el hecho de que por esos importes sólo se hace cargo de la inducción y formación del personal en determinadas normas y procedimientos, y que el impacto de esta formación sobre la calidad final de los resultados es un tema que estará por verse (y que la relación entre estos dos elementos –formación y resultados- es, por decir lo menos, controversial).
Como escribí más arriba, es mi opinión que pocas empresas están dispuestas a pagar el verdadero costo de la calidad. Pero… si no es el precio que cobra la consultora por certificar la norma “Pepito 9000”… ¿qué es?
Calidad es funcionalidad que hay que programar o documentos que hay que escribir, porque finalmente todo lo que realmente existe tuvo que programarse o escribirse en algún momento, magia no hay (aunque sí mucho humo). Funcionalidad es tiempo, tiempo es dinero. Dinero –poco- con el que se paga a los programadores o –mucho- con el que se compran herramientas (y que termina –en ínfimas proporciones, se deduce de lo anterior- en los bolsillos de otros programadores).
Así que la calidad en la práctica diaria del desarrollo de software, una vez despojada de esa pesada carga ornamental de normas y procedimientos, es simplemente un subconjunto de las decisiones mediante las que día a día, minuto a minuto, intercambiamos funcionalidad por tiempo –que en algún momento futuro se cambia por dinero-. Lo que lo define a este subconjunto de decisiones es que se refieren a funcionalidad que -por una u otra razón- podemos gambetear (esquivar)… en realidad no gambetear del todo, sino patear para más adelante por un tiempo determinado, aunque usualmente se pretenda hacerlo indefinidamente.
¿Cómo que funcionalidad que podemos patear para adelante? Me explico. Otra –a mi entender- confusión conveniente –esta vez a empresas de desarrollo de software- es aquella entre cumplimiento y calidad. Se suele decir que un producto de calidad es aquel cumple con los requerimientos que ha solicitado el cliente, y que por lo tanto la contribución del equipo de desarrollo a la calidad es asegurarse de cumplir con esos requerimientos. Bueno, eso no es así.
En tanto la especificación de un producto de software dista mucho de tener la precisión de los planos para una silla, una mesa o un auto, esa definición disfraza el cumplimiento –entregar lo que según un papel se nos pide- de calidad –entregar un producto acorde a las expectativas del cliente (usualmente esto es, todos lo sabemos, algo muy diferente a lo que el cliente pide)-.
Entre la reducida audiencia de este blog nadie se escandalizará demasiado si digo que tranquilamente podemos cumplir con todos los requisitos con un sistema de mier… ejem, y que también podemos entregar un software de excelentísima e irrefutable calidad que no cumpla, ya sea por error u omisión, con alguna o todas las expectativas (ojo, no los requisitos sino las expectativas)… o que a veces se manipulan las expectativas del cliente de manera tal que coincidan con lo que se desea entregar (y que en muchas de esas veces ese tiro sale por la culata).
La calidad está (como Dios, dicen) en los detalles (mi ateísmo es clara indicación de la calidad de mi trabajo).
La calidad aparece cuando no gambeteamos aquellas funcionalidades que sí podríamos gambetear, cuando no pateamos desesperadamente para adelante (o para afuera), cuando entregamos al cliente no lo que pide sino lo que necesita… y todo ello lleva tiempo e implica riesgos.
¿Cuánto? Dependerá, pero seguro más que no hacerlo.
En resumen, y para decirlo de una vez por todas: el costo de la calidad es el tiempo extra que nos tomamos al entregar más tarde algo bien hecho en vez de entregar a tiempo algo para cumplir…
…y, por sobre todas las cosas, el costo de los fracasos derivados de los riesgos asumidos (todos dicen arriesgar pero nadie piensa en fracasar, y no hay riesgo sin fracaso): nada ni nadie nos asegura hoy que dentro de n días tendremos un producto de calidad, o que nosotros sí sabremos lo que el cliente necesita y no puede expresar, o que lograremos esquivar las balas sin escondernos cobardemente en esa armadura de papel a la que llamamos “requerimientos escritos”.
¿Conocen a alguien realmente dispuesto a ello?
1 comentario:
En lineas generales estoy de acuerdo con lo que indicas sin embargo cuando señalas:"cuando entregamos al cliente no lo que pide sino lo que necesita" Esto sobre el papel esta muy bien sin embargo desde mi experiencia he comprobado que hay equipos de desarrollo que piensan que saben más que el cliente y toman decisiones basandose en lo que tu consideras que neesita. Por ejemplo suponente que tienes una opción de listado (informes) y el cliente te solicita un nuevo informe definiendote 200 campos para que se pueda descargar un fichero. Tu puedes pensar que eso es una barbaridad porque un fichero de 200 campos es demasiada información y decides proporcionarle un informe con 10 campos porque consideras que eso es lo que necesita. En que te basas, existen clientes que son super cabezotas y aunque tu estes completamente seguro que el fichero de los 200 campos no es operativo el no te va a validar el aplicativo hasta que le des el fichero.
Ahora cambia de "lado", suponente que un operador de comunicaciones te etiqueta según tus hábitos de consumo y considera que tu necesitas el teléfono móvil X + plan de tarificación A. Sin embargo tu has solicitado el teléfono móvil Z + plan de tarificación W Querrías que el proveedor no te permita tu teléfono Z o aceptarías lo que te esta proporcionando el operador (el operador no tiene en cuenta tu capricho por el teléfono Z se basa en tus necesidades)
Resumiendo: Que es cierto pero es difícil saber donde esta la línea de que necesita un persona ya que hay muchas variables que se te van a escapar
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