lunes, 20 de abril de 2015

Broken Culture

Los norteamericanos tienen una capacidad increíble para estandarizar cualquier realidad y encajarla en un set de historias prefabricadas, por más compleja que sea. Si, todo el mundo estandariza y encaja realidades en historias… es sólo que ellos lo hacen especialmente bien.

Mis feeds de “desarrollo” en inglés están llenos de telenovelas: los programadores somos la mucama inteligente, buena y fea; los managers, la malvada bomba sexy; la empresa (el capitalismo), el millonario que parece malo por estar atrapado sus redes pero que en el fondo es bueno. El final es cantado: la mucama inteligente se gana el corazón del millonario a fuerza de honestidad, bondad y trabajo duro, y en la última escena es la que está más buena de todas. La mala cae envuelta en sus propias telarañas y termina desenmascarada como la chupasangre inútil que es, desterrada en quién sabe dónde.

Tim Chevalier toma la decisión de abandonar la telenovela-sistemas y da sus razones. Después Michael O. Church sintetiza esas razones en una pregunta: “Can tech fix its broken culture?”, y responde “si” pero con más palabras. ¿Y cómo? Como dicta la trama: resistiendo los ataques del management-malvada-bomba-sexy y demostrando valía con honestidad, inteligencia y trabajo duro (y muy poca paga) hasta que el capitalismo-sociedad-millonario se de cuenta y expulse a los managers-malvada-bomba-sexy del juego.

La afirmación que más fuerte me suena en el post Michael no es “podemos reparar la cultura de sistemas”, sino otra mucho más desesperada y sutil: “hay una historia con un final feliz en el que los buenos que resisten son recompensados”.

En algún momento (allá lejos y hace tiempo) en el que hubiese coincidido (y hasta se podría buscar prueba de eso en este blog), un tiempo en el que lo “Agil” prometía ser la movida que desenmascararía las malvadas maquinaciones del management, demostrando de una vez y para siempre que los “techies” somos el verdadero corazón de las empresas.

Pero ahora, un par de años después, “Agil/Scrum” es más o menos lo mismo que “CMMI”. Todos los puntos de aquel manifiesto que hubiesen podido cambiar algo fueron ignorados o licuados; sólo quedaron las reuniones. ¿Y los tests y la integración continua y la nube y los frameworks y el open source…? ¿No son avances? Sí son avances… también las pantallas planas, los multi core, el wifi y los celulares… Pero el escenario es el mismo en el que se escribió The Mythical Man-Month (en 1975). Sólo cambió el decorado.

El argumento es “la mucama con esfuerzo llega al millonario”. En sistemas se dice “los techies programando van a dominar la industria”. El problema en la trama es “que la mala tiene al millonario engañado”. En sistemas, “que los managers son explotadores parásitos de la empresa”. Pero en ambos casos la industria/la empresa/el capitalismo siempre recompensa el valor generado. En última instancia verá quiénes generan el valor cuando los managers, a fuerza de incompetencia, caigan en su inevitable desgracia y se desencadene el final feliz.

En pocas palabras: hay que salir y mostrarle al mundo que los técnicos son los que generan valor. Siguiendo esa línea, si fuésemos adolescentes sobreexplotados de McDonalds deberíamos unirnos para revelarle al mundo que somos los que hacemos las hamburguesas.

Es una telenovela simplificadora que justifica lo que hacemos ante nosotros mismos mientras estamos dentro. Nos convence de quedarnos y nos explica por qué se van los que se van, separándonos de ellos para que no se nos ocurra tomarlos de ejemplo. “Cualquier parecido con la vida real”, lejos de ser casual, ha sido elaborado, refinado y corregido a lo largo de los siglos (si, siglos: Cenicienta) para identificarnos con la mucama-pobre-heroína de la trama mientras hacemos girar la rueda del molino, caminando en círculos hacia ninguna parte.

Como las telenovelas, es un discurso que no tiene ni pretende ser real ni tener sentido, sólo coherente y útil hacia dentro. Si uno rompe “la cuarta pared” y abandona el set ya no ve ni buenos ni malos ni lindos ni feos ni historia ni nada: sólo un montón de actores representando un guión más o menos delirante que no escriben ni escribieron.

Bueno, y “Can tech fix its broken culture?”

La “cultura de las empresas de tecnología” no está rota. La “cultura de las empresas” surge y prospera en tanto las hace funcionar, sobrevivir y prosperar… a las empresas, no a las personas. No está ahí para conseguir la felicidad ni el bien común de nadie… pero tampoco para impedirlos.

Personalmente creo que no hay nada que demostrar ni a quien demostrarle nada; nadie mirando, sólo nosotros mismos. No hay héroes buenos-pero-feos enfrentados a managers-malos-que-parasitan-las-empresas, ni millonarios naive a los que hay que llevar por la buena senda para bien de todos. Ni siquiera hay un “somos” ni un “son”: no hay una historia común encaminada hacia un final feliz, o hacia ningún otro lado. Lo que hay es un momento y un espacio y ciertas reglas más o menos fijas… A algunos les conviene el status quo, a otros no. Para los que no, a veces se puede y vale la pena dar la pelea por el cambio, a veces no.

De lo que estoy más seguro es de que no se toman buenas decisiones mirando telenovelas.

martes, 14 de abril de 2015

Todo lo demás.

Todavía le falta algo (dos “cositas”, en realidad) para llegar al “MVP corregido” (el “minimum viable product” redefinido después de haber subido lo que yo creía que era el minimum). Nadie me hizo llegar nada al respecto. El uso es la intersección entre la promoción y la necesidad, y uno sólo puede controlar el primer término. Sin necesidad, la gente juega un poco y listo. Si gusta se agenda el link para después. Está muy bien, pero no es “uso”.

¿Qué hubo entre esos dos MVP’s, además de esas “dos cosas”? ¿En qué cosas ni siquiera había pensado?

Le pongo Analytics y listo.

… no. Analytics está muy bien tal cual sale de la caja, pero se queda muy corto. Permite ver el impacto de un post, de facebook, de tweeter, del mail, pero nada más. ¿Y el uso? ¿Se usa el upload de esquemas? ¿El login con google? ¿El preview de datos? ¿La ayuda?

El event tracking no es difícil de implementar. Lo difícil es determinar qué trackear (qué acciones) cuando uno ya tiene todo desarrollado. Lo que no se trackea no se ve. Trackear un par de eventos y dejar por error dos o tres afuera implica tener una visión muy sesgada del uso. Si lo hubiese pensado desde el principio, agregándolo a medida que se desarrolla la funcionalidad, afinándolo desde el momento 0…

No, no es “demasiado para un MVP”. Saber hacia dónde dirigir el segundo paso es tan importante como dar el primero. Pero hay un argumento determinante por el cual no se puede dejar para después: recolectar un volumen de datos relevante lleva –con suerte- semanas.

Try-catch-mail alcanza, y por las dudas logueo todo.

Me mando un mail con la excepción y ya está bien para empezar, con eso ya sé dónde buscar en el log. No, tampoco. Cortísimo.

Ok, hubo un error. ¿Quién? ¿Haciendo qué? ¿Qué datos de entrada? ¿Qué valores de salida? Los errores que pueden corregirse mirando un stack trace se agotan rápidamente. Después… las cosas se vuelven más complicadas. El “log viewer” de la consola de GAE es por lo menos “rústico”. Excederse por más y generar 1Gb de log por día está bien cuando podemos comprimir, descargar el archivo y procesarlo tranquilamente, pero no es el caso. Una posibilidad es recolectar parámetros de entrada y valores de salida de todas las funciones pero loguearlos sólo cuando hay un error. O afinar el log para cada operación, o guardar los errores aparte, en la base… Lo que sea, pero no es tan simple como un try-catch-all.

Cada error es un usuario–casi-perdido, y usuarios no sobran.

Malditos celulares.

¿Para qué miércoles quiero dar soporte a celulares en un data generation tool? Si, que se pueda ver… pero no importa si no es usable, no es una aplicación que tenga sentido en un smartphone. Y en la primera versión ni eso, que se vea como se ve. Total foundation ya ayuda bastante sin que hagamos nada.

Error. La aplicación no se usa en un smartphone… pero el 50% (50% medido, no es un decir) de los usuarios entra por primera vez desde uno. ¿Por qué? Y… si promociono por twitter y facebook… ¿qué esperaba? No esperaba nada - señal de que estoy viejo.

No tiene que ser usable, pero es indispensable que sea “probable”, “jugable” o al menos “agendable”. Como mínimo –muy mínimo- que puedan decir “ok, avisáme después.

Lo ideal sería que se pueda jugar un poco, abrir una cuenta y grabar. Bueno… más trabajo (y esto no está incluido en “las dos cosas”).

Consola de administración.

Paráaaaa… ¿un backoffice para un data generation tool? Si.

Estoy usando objectify. Muy lindo, muy rápido el desarrollo de todo, pero… el acceso a datos desde la consola es incluso más rústico que el log. Lo que objectify graba ya es bastante difícil de leer… Si un error “rompe” la cuenta de un usuario (se graba algo y luego le da error cada vez que entra) estamos al horno: corregir esa especie de “assembler de datos” es demasiado peligroso o directamente imposible (ni lo intenté).

Guste o no hay que hacer una página de administración donde podamos ver la data en forma prolija y modificarla si es necesario. Y no podemos empezar a hacerla sobre el hecho de que ya hay alguien que no puede entrar a su cuenta. Y también va a tener sus errores.

Y todo lo demás.

Y, finalmente, las “dos cosas” de las que hablaba al principio. Esas son las únicas dos funcionalidades propias de la aplicación de toda esta lista. Pero no voy a decir cuáles son. Talvez ni hagan falta.

Una buena

Son cosas simples (aunque no “tan simples”) si se las tiene en cuenta desde el principio. Bueno, para esto era, ¿no?

martes, 7 de abril de 2015

Into the void.

Siguiendo con lo del post anterior, el desarrollo de “mi producto de prueba” entra oficialmente en la etapa de autobombo. Voy a tratar de no ponerme monotemático, así que el siguiente link es lo único que voy a poner explícitamente al respecto por ahora:

“Pasen y vean, qué lindas chucherías” (el que no entienda la referencia que busque la frase, vale la pena).

De alguna manera subestimé (para variar) el efecto psicológico del “lanzamiento”.

No había tenido que dar la cara hasta ahora. En mis trabajos anteriores picaba código que luego se testeaba e iba a producción donde fallaba miserablemente. Así fue siempre, igual que ahora. Pero la responsabilidad era compartida. La verdad sea dicha: las consecuencias inmediatas (llamados a media noche, apuros, gritos e insultos) solían recaer más en las áreas de soporte, testing y calidad (cuando había) que en mi escurridiza persona. No se puede hacer bugfixing con 20 monos desesperados gritándote alrededor y otros 20 por teléfono / skype / email / twitter / señales de humo avisándote de que el sitio no anda. Así que mientras yo arreglaba la cosa otros atajaban los sopapos.

Personalmente, esa división de tareas siempre me pareció (y me sigue pareciendo) bien. Pero ahora no hay con quién dividir el trabajo y, lo que es peor, nadie se desespera. Ojalá hubiese alguien tan necesitado de esta humilde herramienta (que feo suena eso) como para llegar al extremo del reclamo. Lo que sucede es algo peor: la nada misma. El vacío, fardos rodando, grillos a la luz de la luna.

Si te fuiste a dormir, tu sitio puede estar en llamas escupiendo 500 para todos lados que no te vas a enterar. ¿Los usuarios? Si te he visto no me acuerdo. Un amigo, un conocido o un familiar manda un mail con un “che, no anda” y con suerte te enterás a la mañana siguiente. Cada uno de esos desconocidos arrastrados a pulso, sangre, sudor y lágrimas (qué exagerado) ahora están viendo (si es que no se fueron ya) la aplicación retorcerse lastimosamente en medio de un infarto de javascript, con el pulgar en el Alt y el índice a punto de dar el Tab definitivo. Por lo menos en el corto plazo.

Por eso, si va a explotar (y al principio va a explotar), mejor que sea entre amigos dispuestos a dar una mano, avisar: probar de vuelta más adelate. Pero eventualmente hay que sacar la red y seguir haciendo piruetas. No es para tanto… si pinchó es que anduvo por un rato, ¿no?

jueves, 26 de marzo de 2015

Jugar en serio.

Desde hace un tiempo vengo jugando con la idea de “desarrollar productos”.

En mi universo de fantasía, mi cabeza bulle con innumerables ideas para SaaS (Software as a Service).

Todos los días (de mi universo de fantasía) se me ocurre una idea, y son todas geniales.

Las voy anotando. Cada tanto elijo una y la desarrollo hasta llegar al MVP (Minimum Viable Product). La implemento (así de fácil y divertido, con una sola palabra, una única acción) como servicio gratuito.

La promociono (otra acción puntual, única, instantánea) utilizando “círculos concéntricos”: empiezo con un grupo reducido de usuarios y, a través de prueba y error voy depurando, limando asperezas, agregando detalles. Una vez agotadas las correcciones (porque se agotan) paso a un círculo de promoción más amplio y vuelvo a empezar.

El desarrollo es incremental, constante, continuo. La base de usuarios se expande. Se genera el feedback suficiente para determinar funcionalidades por las que un subconjunto de ellos estaría dispuesto a pagar (subconjunto que existe y cuyo tamaño es directamente proporcional a la cantidad de funcionalidades, por supuesto). 

Cada usuario paga poco, muy poco. Digamos siempre menos de “10” (dólares, pesos, yenes… no sé, no importa), pero por mes. La cosa “pega” y alcanza un cierto nivel de tráfico, y complemento ingresos con publicidad.

Y ya es hora de dejar este producto estable, tomar otra idea y volver a empezar. La mayoría de los proyectos no llegarán a tanto, pero algunos pegarán, aunque sea mínimamente. Entre todos van dejando un nivel de ingreso que se vuelve razonable en un futuro a mediano plazo.

Me gusta esa sensación de vuelta a lejanas épocas en las que me sentaba en la Atari 800XL y programaba cualquier cosa que se me viniese a la cabeza por el gusto de hacerlo y nada más, plus reconocimiento social (¡los usuarios me adoran!) y monetario.

Eventualmente la pego con algo y vendo algún desarrollo por 7 u 8 cifras. Hago donaciones a proyectos filantrópicos y con el resto me dedico a recorrer el mundo en mi avión privado (con barra). Están invitados.

… y después suena el despertador y tengo que levantarme a trabajar.

Y mientras trabajo pienso que no parece tan fantástico. Parece realizable, incluso fácil.

Por suerte soy bastante escéptico, sobre todo con mis propias fantasías. Otro thread (el pesimista) levanta una interrupción y dice que si fuese tan fácil y divertido todo el mundo lo estaría haciendo (y con éxito). Muchos lo hacen y les va bien (se despierta el primer thread –el optimista-). Son el emergente (responde el pesimista), la punta de un iceberg de proyectos hundidos por los pocos recursos (tiempo, dinero), las malas ideas, las malas ejecuciones, la mala suerte… la puta vida de mierda (y siguen discutiendo en un abrazo mortal).

¿Una fantasía irrealizable o un modelo sustentable? Sólo hay una forma de saber.

Así que me decidí a jugar en serio. Agarré la idea menos prometedora y más divertida y me comprometí a llevarla a través de todo el recorrido, desde el MVP hasta la primera versión hasta la base de usuarios y de ahí hasta donde se pueda.

¿Por qué “la menos”? Para bajar expectativas. Para no desilusionarme ante la falta de éxito inmediato. Y para cometer todos los errores posibles con una idea que ni es original ni vale tanto ni es taaan difícil de implementar, porque (en la vida real) ideas no me sobran y cuando tenga otra (en realidad… no tenía ninguna otra), espero que mejor, no quiero quemarla en un proceso de aprendizaje desde 0.

No es el proyecto en sí lo que importa sino el camino recorrido, los errores cometidos, la experiencia de hacer por uno mismo todo aquello que antes hacían otros miembros de un equipo u organización: la definición, las pruebas, la promoción, el seguimiento, el jiu jitsu comercial y otro montón de cosas que ni siquiera sé que hay que hacer.

En eso estuve estos meses. Algunos de “ustedes” (supongo que somos más o menos  los mismos lectores de siempre) saben de qué la va. La mayoría no y por ahora vamos a dejarlo así, porque estamos en la etapa de los “pequeños círculos concéntricos”.

“Sabía” que la construcción de un sistema es apenas una parte de la cosa. Ahora sé que lo que “sabía” y lo que “sé” va entre comillas.

Una cosa es saber que hay que definir un MVP y que eso es “difícil”, a tratar de hacerlo y darse cuenta de que es MUY difícil.

Una cosa es saber que un proyecto compite con otros y con la necesidad de ingresos, y otra la tentación constante de dejarlo “hasta acá, total para prueba ya está bien” y volver a terreno seguro.

Una cosa es saber que es difícil atraer usuarios y otra estar sentado delante de la pantalla, con el sistema “a disposición de la humanidad toda” y… “¿y ahora qué?” La humanidad está ocupada en sus propias cosas.

Una cosa es saber que hay que hacer networking y otra no tener nada importante para escribir o no tener ganas de sentarse y escribirlo o tomarse el esfuerzo y que no suceda nada (que por otro lado es lo más probable) y juntar los pedazos para probar otra vez.

Y en cada paso hay errores y torpezas y un millón de piedras puntiagudas para pisar.

Termino con lo que quería empezar (se suponía que iba a escribir un solo párrafo de introducción a esto que sigue, pero bueno…): un punteo de lo nuevo que, más que aprender, “sentí en carne propia” durante estos meses.

  • “No sabes nada, Jon Snow”.
  • Uno define un producto en documentos y palabras y bocetos de pantallas y eso está más o menos bien… pero hasta cierto punto. Los documentos iniciales quedan rápidamente en el olvido. No vale la pena dedicarles mucho tiempo ni bajar mucho al detalle: el objetivo principal de la aplicación, un boceto así nomás de “la pantalla importante” y listo. El objetivo no es elaborar el documento sino la idea.
  • Personalmente, no funciono muy bien con el micromanagement del tiempo. Me entusiasmo por momentos, me desinflo por momentos. Es mejor respetar eso, pero manteniendo un balance: Hay que hacer algo todas las semanas, aunque sea forzado, y no dejar nada colgado mucho tiempo. 
  • Sí me funciona bien el establecer una meta a corto plazo: “lo próximo que hay que hacer es…”
  • Un dashboard es imprescindible. No puedo dejar de recomendar Trello.
  • Medir las horas es imprescindible. No puedo dejar de recomendar Toggl.
  • Definir y respetar hasta dónde llega el desarrollo para la primera implementación. A rajatabla. Y cumplirlo. A medida que voy armando la pantalla se me ocurren 10.000 formas mejores de hacerlo, sólo por contraposición con los problemas que veo en el armado actual… Pero esas otras formas también van a tener problemas y llevar a otras soluciones y… así no terminamos más. Se define la primera implementación, se hace y después vemos.
  • Después de un par de meses de desarrollo, la idea original puede parecer una mala idea. ¿No debería empezar de nuevo? No. Así como hay que probar que es una buena idea, también hay que probar que es una mala idea antes de dejarla por el camino. Y para eso hay que implementarla.
  • Otra vez (y van tres): respetar el MVP a rajatabla. Escribir en el backlog es muy terapéutico para descargar tensiones. 
  • Pero ojo, el backlog puede convertirse en una bolsa de gatos muy rápidamente. Hay que mantener el orden, priorizar, jerarquizar, descartar, agrupar, dedicarle un poco de tiempo cada vez, pero constantemente. Es un embole, sí.
  • Con el primer usuario cambia absolutamente todo. Lo que parecía usable es obvio que no, las buenas ideas resultaron malas y la sensación general es, otra vez, la de que esto no va a ningún lado (un pensamiento recurrente). Hay que perseverar, corregir y mejorar sin torcer el rumbo, resistir la tentación de “barajar y dar de vuelta”.
  • Después de la primera implementación se acabaron las ideas, hay que seguir a los usuarios: se arregla o mejora lo que se usa, se implementa lo que nos reclaman. Primero hay que hacer que funcione, pero después todo se trata de que se entienda y se use, y eso es mucho más difícil.
  • Y si nadie lo usa y nadie reclama… insistir con el autobombo y la promoción.
  • Y si nadie lo usa y nadie reclama (después de un tiempo)… bueno, ahí quedó.
  • … pero meter un feature que nadie quiere de vez en cuando sólo porque es divertido mantiene el entusiasmo.
  • En resumen: POCO de todo para la primera versión: pocos documentos, poca funcionalidad, poco código, poca complejidad, poco riesgo, poco tiempo perdido.
  • Salvo paciencia. MUCHA paciencia.


sábado, 21 de marzo de 2015

The Gervais Principle

Para aquellos a los que les gusta (o no pueden para de mirar) The Office y se ríen (o lloran) con Dilbert y están dispuestos a leer largo duro y parejo, y a pelearse con un inglés un poquito más difícil que la media:

The Gervais Principle, Or The Office According to “The Office”

Para tentarlos y de paso tenerlos a mano para cuando se necesite, dos botones de muestra:

hughMcLeodCompanyHierarchy compLifeCycle

Ojo que es más serio que lo que parece. Lo encontré leyendo el blog de Erik Dietrich, también recomendable para agregar al feed.

PD para cuando lean un poco de eso: yo me considero claramente un looser, y -creo- es fácil distinguir a los sociopaths (antes de que alcancen el nivel al que sólo ellos pueden llegar, si no pierde la gracia)... lo divertido es ponerse a discutir quiénes son los clueless. Tengan en cuenta que no todos son tan "puros" como Michael.

sábado, 7 de febrero de 2015

8192

Si se preguntaban (no creo que se estuviesen preguntando, es pura retórica) por qué se actualiza tan poco este blog últimamente…

8192

… ya van a haber otras novedades (aparte del 16384). Paciencia…

sábado, 30 de agosto de 2014

Mi aplicación

Casi todos (los programadores, obvio) tenemos “mi aplicación”. Ésa que, cuando haya tiempo, vamos a hacer “como se debe”.

El “como se debe” varía con cada uno, pero me arriesgo a generalizar: no es una afirmación positiva sobre ciertas herramientas y prácticas, es más bien una negación de aquellas que venimos utilizando, utilizamos o nos obligaron a utilizar, o de las que escuchamos hablar mal por ahí o… un largo etcétera.

En criollo: “mi aplicación” no va a ser como éste proyecto-huérfano-engendro-mutante del que me contaron, caí o armé (“por culpa de…”, seguro).

¿Cómo es “mi aplicación”? La mía de mi propiedad, al día de hoy, es:

-Una aplicación web hosteada en google.

-Server side: en java, pero va a devolver exclusivamente JSON. Pura data. Lo juro.

-Con alguna base de datos no relacional, porque son re-cool.

-Bootstrap.

-Pero no pienso escribir una sola regla de css. Lo juro.

-Ni tampoco mucha imagen ni iconito. Si puedo quedarme sólo con lo de bootstrap, mejor.

-Ni meterle 10.000 plugins (aunque ya empecé… pero lo voy a deshacer, y cuando lo deshaga lo juro).

-Jquery

-Jquery validation, si hace falta (imagino que sí).

-Knockout.

-Require.

-Y visjs, porque necesito algo así.

-Y NADA más.

El problema es… el de más arriba: que es cuasi-simétricamente-opuesto a todo lo que alguna vez hice: no soy diseñador ni mucho menos (estoy aprendiendo que entre “seguir la onda”, y “diseñar” hay un abismo insondable). Nunca programé en java (profesionalmente, proyectitos de prueba hicimos todos). Nunca usé bootrstrap. De íconos y gráfica o imágenes… sólo sé buscar en google, y al photoshop no me lo presentaron (ni siquiera sé usar bien el paint.Net). Visjs es genial, pero todavía estoy leyendo la documentación. Los únicos viejos conocidos son Knockout, require, jquery y compañía. Pero son herramientas, no una forma de trabajar con la que uno viene acostumbrado, y en la que “el camino para hacer tal cosa” aparece casi naturalmente.

Como todo primer intento, es… bueno, como se imaginan que es. Pero hay que seguir haciendo y rehaciendo hasta que salga. Mentalmente, claro, porque en la real realidad, uno va dedicándole horas a cuentagotas entre proyectos más rentables, con la esperanza de que en algún momento éste también lo sea.

Si bien “construir éste sistema lo antes posible” es la madre de todas las cag…, también es la madre de todas las cosas que están ahí afuera en este preciso momento, satisfaciendo necesidades de éste preciso momento, probablemente tan efímeras como la combinación de herramientas que (ahora) “me gusta”.

“Como a mí me gusta” va variando a medida que avanzamos. A veces más, a veces menos, pero siempre, con cada paso hacia adelante, surge el imperioso impulso de pasarle la guadaña a (casi) todo lo que se deja atrás… y uno va y lo hace. Porque ésta es “como a mí me gusta”. Es inevitable: la motivación parte de “armar un proyecto como a mí me gusta”, y no “construir éste sistema lo antes posible”.

Pero bueno, juntar dos o veinte librerías, copypastear un poco de código y salir con algo rápido a ver si pega es, probablemente, eficaz. O por lo menos un fracaso rápido y a otra cosa… pero no es lo que tengo ganas de hacer ahora.

Tengo ganas de seguir jugando.

Y a todo esto… ¿qué hace, exactamente, “mi aplicación”?

Por ahora, nada.

¿Qué debería hacer?

No está muy claro, ya veremos. Lo importante es que “esté como a mí me gusta”.

¿Verá la luz del sol?