jueves, 12 de febrero de 2009

Frankenstein, el líder de proyecto (VIII).

ATENCIÓN: ¡No sigas si no has leído la séptima parte! Y si no has leído nada empieza por el principio.


[Resumen: Frankenstein asigna a su criatura un módulo completo del sistema superando la resistencia de sus superiores y compañeros de equipo, quienes temen delegar tal responsabilidad “al nuevo” para que trabaje en solitario y sin supervisión. La criatura de extraño comportamiento trabaja constante e incansablemente hasta que termina.]

El módulo se integró al sistema y pasó al área de pruebas al otro día a las 10 de la mañana tal cual lo previsto en la planificación del proyecto.

Frankenstein estaba –por las razones que ustedes y yo conocemos pero que sólo serían comprendidas más adelante- visiblemente emocionado. Si bien el proyecto en general no mostraba un atraso preocupante, el módulo de pago a proveedores fue el único en pasar a pruebas a tiempo.

Imaginaba un ejército de programadores hechos a medida que revolucionarían el desarrollo de sistemas… los proyectos perfectos y a término, no más atrasos, no más imprevistos… y su nombre en bronce.

El analista a cargo de las pruebas del módulo –aquel buen compañero que había invitado a Frankenstein a ver una película- era un hombre de mediana edad pero con bastante experiencia. Sabía lidiar con los egos de los programadores, por lo que reportaba los errores de manera tal que no pareciese nunca culpa de ellos. Así, había conseguido su amistad y esa cuota de esfuerzo extra para corregir y volver a corregir hasta que todo estuviese perfecto. Era metódico, puntilloso y preciso.

Se sintió extrañado ante la reacción del “chico nuevo” ante el primer reporte.

Había comenzado por lo básico. Un formulario trivial, el de “Alta de responsables de aprobación de pagos”. Este formulario simplemente vinculaba ciertos usuarios del sistema con esa funcionalidad, apenas una asignación de permisos…

La pantalla explotaba mostrando el error en tamaño catástrofe. Luego de indagar un poco, llamó al responsable.

-Mirá este error –le dijo-, creo que se debe a que estás tomando el campo “Nombre” como de tipo fecha, ¿lo ves? ¿te parece que sea eso?

-Sí, efectivamente es eso.

-Pero el campo es de tipo alfanumérico… es el nombre del usuario, ¿no?

-Sí.

-¿Podrías corregirlo? Mientras yo voy avanzando con…

-¿Qué cosa? –interrumpió el programador.

-El error.

-¿Qué error?

-El campo “Nombre” que estás tomando como fecha y es alfanumérico, lo que provoca este error.

-No es un error. Así está especificado.

El analista miró fijamente al programador quien lo miró fijamente a su vez. Permanecieron así por unos instantes. No había malicia en la mirada “del nuevo”. Más bien recordaba –pensó el analista- la de un caballo o una vaca pastando… una mirada tranquila, transparente y… lejana.

De acuerdo con esta interpretación, sin de enojarse por lo que era a todas luces una soberana estupidez, consultó la documentación del módulo hallando –por supuesto- el pequeño desliz en la especificación.

-Efectivamente… así está especificado –dijo con una sonrisa cargada con una ironía que la criatura era incapaz de decodificar-… Mirá, para la próxima vez… es más fácil si en vez de codificar el error nos avisás y corregimos la documentación… así nos evitamos estos pasos intermedios, ¿ok?

-Eso no está en mi lista de tareas. Tal vez si hablas con Frankenstein él pueda indicarme que lo haga.

-Claro, claro… eso haré… mientras, ¿podrías corregirlo?

-¿Qué cosa?

El analista, a pesar de toda su buena voluntad, comenzaba a perder la paciencia. Sólo logró contenerse al invocar el peso de todos sus años de experiencia.

-Er… claro. Voy a pasarte la nueva documentación y a agregar un incidente en tu lista de tareas para que corri… para que implementes esta modificación.

La criatura no respondió (ya que nadie le había preguntado nada). Simplemente volvió a su lugar y se sentó, la vista fija sobre el monitor, los brazos inertes a los costados del cuerpo.

Fue la primera brisa que, con el clima aún en calma, precedió al huracán.

…continuará. Actualización: capítulo IX.

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