jueves, 9 de julio de 2009

Evitando la claustrofobia.

En LLeva a tus monitos de paseo divagaba sobre la importancia de “sacar” a los programadores al mundo real en cada oportunidad que se presente, llevarlos (no a todos juntos como a un grupo de jardín de infantes al zoológico, se entiende) a las oficinas de los clientes, a las reuniones, a los relevamientos, a las charlas de capacitación, etcétera.

En aquel post justificaba la actividad mencionando los beneficios de conocer las particularidades del negocio para el cual programan y diseñan, su entorno, los clientes, los usuarios: una transmisión más precisa de ese otro paradigma a los sistemas en los que se materializa, más sentido común en la interfaz del usuario, la posibilidad de encontrar nuevas ideas o herramientas… Beneficios, en definitiva, para el producto, para la empresa proveedora de software y para el cliente.

Ayer @rgil, que viene del lado de la consultoría, publicó El "arturo" y los estereotipos, cuya (breve) lectura recomiendo y de donde cito:

Hace unos días vino un consultor de una de estas grandes a una entrevista de trabajo. Le entrevistaban dos personas que, casualmente, habían trabajado en empresas de ese tipo [una de las Big Four]. Precisamente por eso, no podían dejar de reírse al comentar la entrevista y los términos que utilizaba "el arturo": "quiero pasar a cliente final", "¿cual es la denominación exacta del puesto?", "¿a quién debo "reportar"?", "¿cuales son las funciones y necesidades del puesto?", "¿cual será la estructura de mi equipo?"...

El consultor empleado de la gran empresa multinacional, tan empapado de esa cultura que ya no la reconoce como propia de un entorno particular, que la ha internalizado tan profundamente que choca al salir de ese entorno (aunque sea de esta forma que describe el artículo, más bien simpática, resultando ligeramente extravagante) es comparable al programador rodeado de programadores, algoritmos, patrones de diseño, clases, herramientas, e incapaz de sustraerse de ello.

sheldon-green-lantern Si cuando vemos una factura sólo vemos una relación cabecera-detalle, si cuando vemos una hoja de ruta sólo pensamos P=NP… tenemos un problema. El aislamiento profesional nos convierte en el estereotipo de nuestra profesión, de una manera que puede resultar desde simpática a patológica.

Salir, conocer otros ambientes, otros profesionales, otras personas, nos entrena no sólo para construir mejores sistemas (si sólo pensamos en función de eso, es el mismo problema), sino también para ser un poco más normales.

En LLeva a tus monitos de paseo los beneficios y la responsabilidad de establecer esa buena práctica estaban del lado de la empresa u organización. Aquí, ya que hablamos de beneficios (casi diría de necesidades) personales, tenemos que ubicar la responsabilidad de nuestro lado. En principio, responsabilidad de detectar el problema, de darnos cuenta de que estamos trabajando aislados profesional o personalmente para luego hacer algo al respecto.

Un equipo debe tener una fuerte cohesión, eso es indiscutible. Pero que la unanimidad sea la norma para todas las decisiones, que todos a nuestro alrededor adopten naturalmente el mismo punto de vista sobre temas controversiales o tiendan hacia las mismas soluciones o tengan los mismos gustos, pasatiempos y distracciones (¿son realmente distracciones?) debería, cruzada cierta frontera (difícil de establecer, pero desde el afuera se reconoce claramente), encender una alarma. Sentirse cómodo en el ambiente laboral es indispensable, pero demasiado cómodo ya es un poco preocupante… e incómodo fuera de éste es clara señal del problema.

La solución es tan simple y difícil como salir de vez en cuando. Si puede proponerse dentro de lo laboral, tomando responsabilidades o tareas que impliquen interacción con el afuera, mejor. Pero si esto no es posible habrá que buscar esas actividades y encontrar el tiempo para llevarlas a cabo. Es para nuestro propio beneficio, por lo que no debemos esperar a que un jefe o una oportunidad laboral nos lo sirva en bandeja.

Por suerte internet nos deja sin excusas para no conocer, aunque sea virtualmente, el exterior. Con tanto blog personal y profesional y conversación y web 2.0 las herramientas para la comunicación están ahí, al alcance de la mano. Es sólo cuestión de utilizarlas.

Más allá de eso, cursos, seminarios, ponencias, congresos… son buenas oportunidades para relacionarse con otros profesionales de nuestra área (pero de distintos entornos laborales). También podríamos participar de eventos no están relacionados con la informática o el desarrollo sino con el negocio para el cual servimos en un momento determinado.

Y creo que, si bien no es indispensable, es bueno tener alguna verdadera distracción, un verdadero hobby no tan relacionado a la vida profesional. Una actividad en la que refugiarse en momentos de saturación y que nos desconecte de vez en cuando.

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