lunes, 2 de marzo de 2009

Frankenstein, el líder de proyecto (XIII).

ATENCIÓN: ¡No sigas si no has leído la doceava parte! Y si no has leído nada empieza por el principio.


[Resumen: Finalmente el líder y los programadores acceden al código de la criatura y a través de él intuyen su naturaleza. Esta visión los horroriza primero e inspira tristeza y lástima después. Pese a su apariencia humana, la criatura no es otra cosa que “un paso más, mecánico, transparente e inútil entre el analista y el software”.]

El líder técnico intentaba imaginar el origen de aquel vacío pero no podía. Luego de algunos minutos vagando entre terrores imposibles entendió que tenía que seguir. Reunió sus escasas fuerzas en un solo impulso con el que logró alcanzar la oficina de Frankenstein, desplomándose en la silla frente a éste.

Frankenstein había escuchado aquel grito y observado la escena desde su cubículo de paneles de vidrio. No entendió qué era aquello que horrorizaba tanto a los programadores pero sí que había un problema, uno grave y, por sobre todas las cosas –esto era lo que más le molestaba-, otro inesperado.

Se acomodó en su sillón, cargado de ansiedad. Si bien -a través de los años- había aprendido a tratar a las personas y sus problemas, hacerlo implicaba para él un trabajo consciente, constante y muy cansador. En momentos de tensión –los clientes presionaban, los directivos presionaban, todos presionaban- esta sobrecarga amenazaba con romper los límites de su autocontrol. Era cuando adoptaba esa actitud resolutiva y enérgica -casi agresiva- tan valorada por sus superiores y el delicado equilibrio entre los medios y los fines se rompía, inclinando la balanza siempre hacia estos últimos.

- ¿Qué pasa? –preguntó al líder técnico que, desparramado en la silla, había agotado sus fuerzas para llegar hasta allí y no lograba iniciar la conversación.

- Ya está, no hay nada que hacer. El módulo de pago a proveedores no sirve… no existe, en realidad. No hay nada que hacer.

- ¿De qué estás hablando? ¿Qué pasa?

El líder describió lo que había visto y lo que ello implicaba.

- ¿Qué tonterías son éstas? –exclamó Frankenstein. Por primera vez en muchos años estaba desbordado-. Escucháme, no me interesan estas boludeces ahora. El módulo está ahí, lo puedo ver, lo puedo usar. Tiene errores y hay que corregirlos, punto. Somos profesionales, tenemos un resultado comprometido y tenemos que cumplir con ese compromiso. Eso es lo único que te pido.

- Lo que me pedís es imposible, ya te expliqué.

- ¿Qué estás diciendo? ¿Cómo imposible? Andá y terminá con esto, por favor. No me interesa cómo, en una semana a más tardar quiero el módulo terminado –Frankenstein estaba fuera de sí. Normalmente el líder técnico hubiese reaccionado, tal vez con violencia. Pero en ese momento estaba demasiado cansado para eso.

- Víctor, no va a estar. Simplemente no va a estar. Ni en una semana, ni en dos ni en tres.

- ¿Entonces cuándo?

- No sé –el líder respondía maquinalmente, sin pensar en las consecuencias de lo que decía-. Ni la documentación del módulo ni su análisis ni su codificación pasaron nunca por mí. Todo fue asignado al nuevo y él no sirve. Estamos en cero.

- No me podés responder eso… es tu responsabilidad…

Por primera vez el líder levantó la vista. Miró fijamente a Frankenstein, que estaba rojo de ira. Una profunda convicción acerca de la imposibilidad de hacer nada a tiempo lo tranquilizaba.

- No creo que sea mi responsabilidad -interrumpió. -Mi primer error fue ceder cuando asignaste esa responsabilidad a un sólo programador, y el segundo quedarme tranquilo confiando en que sabías lo que hacías. Tal vez podría haber evitado todo esto, pero eso no me hace responsable. No es tan importante, de todas maneras. Ya está, el resultado es el mismo.

Frankenstein apenas podía contenerse. Se levantó, recorrió toda la oficina hasta llegar al puesto de su criatura.

- ¿Terminaste las correcciones?

- Sí.

Se dirigió hacia el equipo de analistas y testers.

- Quiero ese módulo probado para hoy a última hora. La que sea.

Y volvió a su oficina. El líder técnico todavía estaba allí.

- No voy a tolerar esto. Esto no va a quedar así. Tengo que ocuparme de esto yo mismo, pero después vamos a hablar. Andá.

El líder trasladó su cuerpo desde la oficina de Frankenstein hasta su escritorio, donde permaneció todo el día leyendo distraídamente. Cuando el reloj marcó la hora de salida tomó sus cosas y se retiró. Frankenstein lo siguió con la mirada.

- ¿Te vas?

- Sí. No tengo nada que hacer.

Un par de horas más tarde un analista tocó en la oficina de Frankenstein.

- ¿Terminaron las pruebas?

- Sí. Está OK, el sistema está cerrado.

… continuará. Actualización: capítulo XIV.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

UAUUUU que PELÍCULA, que NOVELA MAS EMOCIONANTE MEJOR QUE DRAGON BALL, QUE LOS CABALLEROS DEL ZOODIACO, MEJOR QUE LOST...

Fernando Ramírez, programador de bogotá, Colombia.

AcP dijo...

@Fernando: ¡Gracias! ¿No será mucho? Mejor que Lost ya sé que es, porque tengo un final que cierra, lo juro.

Improbable dijo...

Si bien -a través de los años- había aprendido a tratar a las personas y sus problemas, hacerlo implicaba para él un trabajo consciente, constante y muy cansador. En momentos de tensión –los clientes presionaban, los directivos presionaban, todos presionaban- esta sobrecarga amenazaba con romper los límites de su autocontrol. Era cuando adoptaba esa actitud resolutiva y enérgica -casi agresiva- tan valorada por sus superiores y el delicado equilibrio entre los medios y los fines se rompía, inclinando la balanza siempre hacia estos últimos.

Ups.... pese a que no me identifico con don Victor en todo el resto, este párrafo me cae bastante bien. De hecho, el mejor programador que conozco me criticaba el código que escribía cuando estaba bajo presión (y decidía, como decido cada tanto, que me tengo que poner a programar): y me criticaba porque decía me importaban más los medios que los fines.

AcP dijo...

Yo creo que los fines... mejor dicho que alcanzar o acercarnos a ciertos fines, a determinados objetivos cada tanto, nos da la energía a corto plazo que necesitamos para avanzar todos los días.

Pero que son los medios los que hacen que nos mantengamos en esto por años. Para recorrer un largo (muy largo) camino y que valga la pena no basta con querer llegar, hay que poder disfrutar el paseo.

Traduzco, por las dudas: tenemos que cumplir, entregar resultados o por lo menos demostrar que nos acercamos a ellos, si no no sobrevivimos. Pero los que estamos en esto desde hace mucho (y digo 10 años o más) es porque disfrutamos de programar, analizar, liderar, más allá de los resultados. Si el proyecto fracasa estaremos tristes, sí... pero seguros de que valió la pena ¿no?

Por otro lado, releeo tu comentario y quedó medio confuso: Víctor persigue fines (eso está claro). ¿vos?

Improbable dijo...

Víctor persigue fines (eso está claro). ¿vos?

Yo persigo, con dispar suerte, el bono, el resto es anécdota ;-)


Ahora en serio, creo que me adapto a la situación (o a lo que creo que es la situación, a veces acierto y otras no): no voy a ponerme a un equipo de culo y a hacerme odiar por los primeros fireworks que tire un imberbe que responda al mote de 'el cliente'. Ahora, si yo tengo algo para ganar, puedo ponerme en modalidad 'el fin no justifica los medios porque ni siquiera hace falta una justificación'.

Alguna vez lo he hecho ante la directiva que así lo tenía que hacer.

AcP dijo...

ea, supongo que ahí está la gracia.

Es como las tres reglas de oro para poner un negocio: ubicación, ubicación y ubicación.