Mostrando las entradas con la etiqueta errores. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta errores. Mostrar todas las entradas

martes, 7 de abril de 2015

Into the void.

Siguiendo con lo del post anterior, el desarrollo de “mi producto de prueba” entra oficialmente en la etapa de autobombo. Voy a tratar de no ponerme monotemático, así que el siguiente link es lo único que voy a poner explícitamente al respecto por ahora:

“Pasen y vean, qué lindas chucherías” (el que no entienda la referencia que busque la frase, vale la pena).

De alguna manera subestimé (para variar) el efecto psicológico del “lanzamiento”.

No había tenido que dar la cara hasta ahora. En mis trabajos anteriores picaba código que luego se testeaba e iba a producción donde fallaba miserablemente. Así fue siempre, igual que ahora. Pero la responsabilidad era compartida. La verdad sea dicha: las consecuencias inmediatas (llamados a media noche, apuros, gritos e insultos) solían recaer más en las áreas de soporte, testing y calidad (cuando había) que en mi escurridiza persona. No se puede hacer bugfixing con 20 monos desesperados gritándote alrededor y otros 20 por teléfono / skype / email / twitter / señales de humo avisándote de que el sitio no anda. Así que mientras yo arreglaba la cosa otros atajaban los sopapos.

Personalmente, esa división de tareas siempre me pareció (y me sigue pareciendo) bien. Pero ahora no hay con quién dividir el trabajo y, lo que es peor, nadie se desespera. Ojalá hubiese alguien tan necesitado de esta humilde herramienta (que feo suena eso) como para llegar al extremo del reclamo. Lo que sucede es algo peor: la nada misma. El vacío, fardos rodando, grillos a la luz de la luna.

Si te fuiste a dormir, tu sitio puede estar en llamas escupiendo 500 para todos lados que no te vas a enterar. ¿Los usuarios? Si te he visto no me acuerdo. Un amigo, un conocido o un familiar manda un mail con un “che, no anda” y con suerte te enterás a la mañana siguiente. Cada uno de esos desconocidos arrastrados a pulso, sangre, sudor y lágrimas (qué exagerado) ahora están viendo (si es que no se fueron ya) la aplicación retorcerse lastimosamente en medio de un infarto de javascript, con el pulgar en el Alt y el índice a punto de dar el Tab definitivo. Por lo menos en el corto plazo.

Por eso, si va a explotar (y al principio va a explotar), mejor que sea entre amigos dispuestos a dar una mano, avisar: probar de vuelta más adelate. Pero eventualmente hay que sacar la red y seguir haciendo piruetas. No es para tanto… si pinchó es que anduvo por un rato, ¿no?

jueves, 26 de marzo de 2015

Jugar en serio.

Desde hace un tiempo vengo jugando con la idea de “desarrollar productos”.

En mi universo de fantasía, mi cabeza bulle con innumerables ideas para SaaS (Software as a Service).

Todos los días (de mi universo de fantasía) se me ocurre una idea, y son todas geniales.

Las voy anotando. Cada tanto elijo una y la desarrollo hasta llegar al MVP (Minimum Viable Product). La implemento (así de fácil y divertido, con una sola palabra, una única acción) como servicio gratuito.

La promociono (otra acción puntual, única, instantánea) utilizando “círculos concéntricos”: empiezo con un grupo reducido de usuarios y, a través de prueba y error voy depurando, limando asperezas, agregando detalles. Una vez agotadas las correcciones (porque se agotan) paso a un círculo de promoción más amplio y vuelvo a empezar.

El desarrollo es incremental, constante, continuo. La base de usuarios se expande. Se genera el feedback suficiente para determinar funcionalidades por las que un subconjunto de ellos estaría dispuesto a pagar (subconjunto que existe y cuyo tamaño es directamente proporcional a la cantidad de funcionalidades, por supuesto). 

Cada usuario paga poco, muy poco. Digamos siempre menos de “10” (dólares, pesos, yenes… no sé, no importa), pero por mes. La cosa “pega” y alcanza un cierto nivel de tráfico, y complemento ingresos con publicidad.

Y ya es hora de dejar este producto estable, tomar otra idea y volver a empezar. La mayoría de los proyectos no llegarán a tanto, pero algunos pegarán, aunque sea mínimamente. Entre todos van dejando un nivel de ingreso que se vuelve razonable en un futuro a mediano plazo.

Me gusta esa sensación de vuelta a lejanas épocas en las que me sentaba en la Atari 800XL y programaba cualquier cosa que se me viniese a la cabeza por el gusto de hacerlo y nada más, plus reconocimiento social (¡los usuarios me adoran!) y monetario.

Eventualmente la pego con algo y vendo algún desarrollo por 7 u 8 cifras. Hago donaciones a proyectos filantrópicos y con el resto me dedico a recorrer el mundo en mi avión privado (con barra). Están invitados.

… y después suena el despertador y tengo que levantarme a trabajar.

Y mientras trabajo pienso que no parece tan fantástico. Parece realizable, incluso fácil.

Por suerte soy bastante escéptico, sobre todo con mis propias fantasías. Otro thread (el pesimista) levanta una interrupción y dice que si fuese tan fácil y divertido todo el mundo lo estaría haciendo (y con éxito). Muchos lo hacen y les va bien (se despierta el primer thread –el optimista-). Son el emergente (responde el pesimista), la punta de un iceberg de proyectos hundidos por los pocos recursos (tiempo, dinero), las malas ideas, las malas ejecuciones, la mala suerte… la puta vida de mierda (y siguen discutiendo en un abrazo mortal).

¿Una fantasía irrealizable o un modelo sustentable? Sólo hay una forma de saber.

Así que me decidí a jugar en serio. Agarré la idea menos prometedora y más divertida y me comprometí a llevarla a través de todo el recorrido, desde el MVP hasta la primera versión hasta la base de usuarios y de ahí hasta donde se pueda.

¿Por qué “la menos”? Para bajar expectativas. Para no desilusionarme ante la falta de éxito inmediato. Y para cometer todos los errores posibles con una idea que ni es original ni vale tanto ni es taaan difícil de implementar, porque (en la vida real) ideas no me sobran y cuando tenga otra (en realidad… no tenía ninguna otra), espero que mejor, no quiero quemarla en un proceso de aprendizaje desde 0.

No es el proyecto en sí lo que importa sino el camino recorrido, los errores cometidos, la experiencia de hacer por uno mismo todo aquello que antes hacían otros miembros de un equipo u organización: la definición, las pruebas, la promoción, el seguimiento, el jiu jitsu comercial y otro montón de cosas que ni siquiera sé que hay que hacer.

En eso estuve estos meses. Algunos de “ustedes” (supongo que somos más o menos  los mismos lectores de siempre) saben de qué la va. La mayoría no y por ahora vamos a dejarlo así, porque estamos en la etapa de los “pequeños círculos concéntricos”.

“Sabía” que la construcción de un sistema es apenas una parte de la cosa. Ahora sé que lo que “sabía” y lo que “sé” va entre comillas.

Una cosa es saber que hay que definir un MVP y que eso es “difícil”, a tratar de hacerlo y darse cuenta de que es MUY difícil.

Una cosa es saber que un proyecto compite con otros y con la necesidad de ingresos, y otra la tentación constante de dejarlo “hasta acá, total para prueba ya está bien” y volver a terreno seguro.

Una cosa es saber que es difícil atraer usuarios y otra estar sentado delante de la pantalla, con el sistema “a disposición de la humanidad toda” y… “¿y ahora qué?” La humanidad está ocupada en sus propias cosas.

Una cosa es saber que hay que hacer networking y otra no tener nada importante para escribir o no tener ganas de sentarse y escribirlo o tomarse el esfuerzo y que no suceda nada (que por otro lado es lo más probable) y juntar los pedazos para probar otra vez.

Y en cada paso hay errores y torpezas y un millón de piedras puntiagudas para pisar.

Termino con lo que quería empezar (se suponía que iba a escribir un solo párrafo de introducción a esto que sigue, pero bueno…): un punteo de lo nuevo que, más que aprender, “sentí en carne propia” durante estos meses.

  • “No sabes nada, Jon Snow”.
  • Uno define un producto en documentos y palabras y bocetos de pantallas y eso está más o menos bien… pero hasta cierto punto. Los documentos iniciales quedan rápidamente en el olvido. No vale la pena dedicarles mucho tiempo ni bajar mucho al detalle: el objetivo principal de la aplicación, un boceto así nomás de “la pantalla importante” y listo. El objetivo no es elaborar el documento sino la idea.
  • Personalmente, no funciono muy bien con el micromanagement del tiempo. Me entusiasmo por momentos, me desinflo por momentos. Es mejor respetar eso, pero manteniendo un balance: Hay que hacer algo todas las semanas, aunque sea forzado, y no dejar nada colgado mucho tiempo. 
  • Sí me funciona bien el establecer una meta a corto plazo: “lo próximo que hay que hacer es…”
  • Un dashboard es imprescindible. No puedo dejar de recomendar Trello.
  • Medir las horas es imprescindible. No puedo dejar de recomendar Toggl.
  • Definir y respetar hasta dónde llega el desarrollo para la primera implementación. A rajatabla. Y cumplirlo. A medida que voy armando la pantalla se me ocurren 10.000 formas mejores de hacerlo, sólo por contraposición con los problemas que veo en el armado actual… Pero esas otras formas también van a tener problemas y llevar a otras soluciones y… así no terminamos más. Se define la primera implementación, se hace y después vemos.
  • Después de un par de meses de desarrollo, la idea original puede parecer una mala idea. ¿No debería empezar de nuevo? No. Así como hay que probar que es una buena idea, también hay que probar que es una mala idea antes de dejarla por el camino. Y para eso hay que implementarla.
  • Otra vez (y van tres): respetar el MVP a rajatabla. Escribir en el backlog es muy terapéutico para descargar tensiones. 
  • Pero ojo, el backlog puede convertirse en una bolsa de gatos muy rápidamente. Hay que mantener el orden, priorizar, jerarquizar, descartar, agrupar, dedicarle un poco de tiempo cada vez, pero constantemente. Es un embole, sí.
  • Con el primer usuario cambia absolutamente todo. Lo que parecía usable es obvio que no, las buenas ideas resultaron malas y la sensación general es, otra vez, la de que esto no va a ningún lado (un pensamiento recurrente). Hay que perseverar, corregir y mejorar sin torcer el rumbo, resistir la tentación de “barajar y dar de vuelta”.
  • Después de la primera implementación se acabaron las ideas, hay que seguir a los usuarios: se arregla o mejora lo que se usa, se implementa lo que nos reclaman. Primero hay que hacer que funcione, pero después todo se trata de que se entienda y se use, y eso es mucho más difícil.
  • Y si nadie lo usa y nadie reclama… insistir con el autobombo y la promoción.
  • Y si nadie lo usa y nadie reclama (después de un tiempo)… bueno, ahí quedó.
  • … pero meter un feature que nadie quiere de vez en cuando sólo porque es divertido mantiene el entusiasmo.
  • En resumen: POCO de todo para la primera versión: pocos documentos, poca funcionalidad, poco código, poca complejidad, poco riesgo, poco tiempo perdido.
  • Salvo paciencia. MUCHA paciencia.


martes, 2 de marzo de 2010

.Net MVC + jQuery: manejo de excepciones. IV: el lado del cliente.

Finalizamos el post anterior de esta serie con la infraestructura necesaria para atrapar en javascript los errores y excepciones que puedan producirse del lado del servidor y “canalizarlos” hacia tipos conocidos con una codificación similar a la que utilizamos en c#.

Recordemos el ejemplo final. Teníamos, en javascript, una excepción base:

ExceptionBase = function (type, message) {
    this.Type = type;
    this.Message = message;
};

De la que luego derivamos dos excepciones más específicas, una para excepciones de negocio (la que arrojaría nuestro código en el caso de que una operación supere cierto monto permitido, por ejemplo):

ProgramException = function (message, netException) {

    this.Reasons = [];
    this.NetException = netException;

    if (typeof message != "undefined" && message != null)
        this.Message = message;

};
ProgramException.prototype = new ExceptionBase("ProgramException", "Operation Error");

y la otra para errores “fatales”, es decir todos aquellos que indican que la aplicación ha arribado a un estado no contemplado y que por lo tanto no puede seguir utilizándose (que ha cascado, vamos):

FatalException = function (message, netException) {
    this.NetException = netException;
    if (typeof message != "undefined" && message != null)
        this.Message = message;
}

FatalException.prototype = new ExceptionBase("FatalException", "Unexpected Error");

Para ver cómo utilizamos estas clases veamos nuestro ejemplo de llamada $.ajax, donde se establece la diferencia entre errores de negocio y fatales, lanzándose una excepción u otra dependiendo el caso. Más concretamente la sección “success” (lo siguiente es sólo el fragmento correspondiente a “success” dentro de la llamada a $.ajax):

  //... (etc) ....

  success: function (response, status, xhr) {

   //Exception handling.
   var responseStatus = xhr.getResponseHeader("RESPONSE_STATUS");
   var ex = null;
   if (responseStatus == "ApplicationException") 
   {
      var netEx = JSON.parse(response);
      ex = new ProgramException(netEx.Message, netEx);
      ex.Reasons = netEx.Reasons;
   }
   else if (responseStatus == "UnexpectedException") 
   {
      var netEx = JSON.parse(response);
      ex = new FatalException(netEx.Message, netEx);
   }

   if(ex!=null)
   {
      if (async)
         ShowException(ex)
      else
         throw ex;     
   }

   //...(continúa)...

Esta infraestructura de excepción base y derivadas sería una complejidad decorativa y sin sentido si no tomamos, en algún lugar del código, una decisión en base a ese tipo que tanto esfuerzo nos lleva determinar.

La diferencia entre una excepción y otra, desde el punto de vista del front-end, radica en cómo se le presenta al usuario. En nuestro ejemplo, esa tarea le corresponde a la función ShowException:

ShowException = function (exception) {
    //non-fatal exceptions
    if (exception.Type == "ProgramException") {
        var $messageBox = GetMessageBox();
        $messageBox.find("#MessageBoxReasons").html(exception.Reasons.join( "<p/>" ));
        var buttons = {};
        $messageBox.dialog({
            autoOpen: true,
            modal: true,
            buttons: { "Ok": function () { $messageBox.dialog("destroy"); } },
            closeOnEscape: true,
            title: exception.Message,
            close: function () { $messageBox.dialog("destroy"); }
        });
    }
    //fatal exceptions.
    else if (exception.Type == "FatalException") {
        var displayHtml = "<h1>" + exception.Message + "</h1>";
        var doc = window.top.document;
        doc.open();
        doc.write(displayHtml);
        doc.close();
    }
}

Esta función simplemente evalúa el tipo de excepción que recibe y toma las decisiones necesarias. En este ejemplo, muy simple y esquemático, tenemos dos secciones: la primera parte del if crea una ventana utilizando $.dialog para mostrar prolijamente las excepciones de negocio, y la segunda parte (luego del else) “rompe” la pantalla, limpiando todo el html y dejando solamente el mensaje de error.

La función auxiliar “GetMessageBox” simplemente construye el html necesario para mostrar el cuadro de diálogo:

GetMessageBox = function () {
    var top$ = window.top.$;

    var $messageBox = top$("#MessageBoxContainer");
    if ($messageBox.length > 0)
        return $messageBox;

    var $messageBoxContainer = top$("<div />").appendTo(top$("body"));
    $messageBoxContainer.attr("title", ""); 
    $messageBoxContainer.css("display", "none");

    var $innerTable = top$("<table/>").appendTo($messageBoxContainer);
    $innerTable.css("width", "100%");

    var $innerTableFirstRow = top$("<tr/>").appendTo($messageBoxContainer);

    var $innerTableFirstRowFirstCell = top$("<td/>").appendTo($innerTableFirstRow);

    var $messageBoxImage = top$("<img/>").appendTo($innerTableFirstRowFirstCell);
    $messageBoxImage.attr("alt", "");
    $messageBoxImage.attr("src", ""); //TODO: set src.

    var $innerTableFirstRowSecondCell = top$("<td/>").appendTo($innerTableFirstRow);
    $innerTableFirstRowSecondCell.addClass("messageBoxMessage");

    var $messageBoxMessage = top$("<div/>").appendTo($innerTableFirstRowSecondCell);
    $messageBoxMessage.attr("id", "MessageBoxMessage");

    var $innerTableSecondRow = top$("<tr/>").appendTo($innerTable);

    var $innerTableSecondRowFirstCell = top$("<td/>").appendTo($innerTableSecondRow);
    $innerTableSecondRowFirstCell.attr("colspan", "2");
    $innerTableSecondRowFirstCell.addClass("messageBoxDescription");

    var $messageBoxDescription = top$("<div/>").appendTo($innerTableSecondRowFirstCell);
    $messageBoxDescription.attr("id", "MessageBoxDescription");

    var $innerTableThirdRow = top$("<tr/>").appendTo($innerTable);

    var $innerTableThirdRowFirstCell = top$("<td/>").appendTo($innerTableThirdRow);
    $innerTableThirdRowFirstCell.attr("colspan", "2");
    $innerTableThirdRowFirstCell.addClass("messageBoxReasons");

    var $messageBoxReasons = top$("<div/>").appendTo($innerTableThirdRowFirstCell);
    $messageBoxReasons.attr("id", "MessageBoxReasons");

    return $messageBoxContainer;
};

Notarán que en la sección en la que se muestra el error fatal no se utiliza jQuery. En estas situaciones tenemos que evitar cualquier referencia externa al código que se está ejecutando, ya que sólo sabemos que ha ocurrido un error inesperado y no conocemos el estado de los demás componentes de la aplicación (como por ejemplo el plugin de jQuery. El error podría deberse a que el cliente no pudo descargar el script de jQuery). Aquí tenemos que esforzarnos en codificar, siempre dentro de lo posible, código que funcione en circunstancias extremas… y la mejor manera es que sea extremadamente simple.

Hasta aquí hemos abarcado las situaciones más comunes, y sólo en el marco de llamadas $.ajax al servidor:

  • Excepciones de negocio generadas del lado del servidor.
  • Errores producidos en del lado del servidor.

Parece una estructura demasiado compleja para, finalmente, hacer un “if” y determinar si rompemos la pantalla o mostramos un cuadro de diálogo, cubriendo apenas los dos puntos de arriba. Es un buen momento para repasar sus ventajas:

  • El código y la metodología en javascript es asimilable a lo que estamos acostumbrados a hacer en c#. Esto hace que la implementación sea natural,  fácilmente “explicable” y “recordable”. Verán que el resto de los puntos aquí presentados se aplican tanto a nuestra solución de javascript como al manejo de excepciones en c#.
  • Modularidad/Desacoplamiento: su único punto de anclaje con respecto al código correspondiente a la funcionalidad de negocio del sistema son los bloques try…catch en las funciones de manejo de eventos.
  • Reutilización: cualquier excepción que requiera el mismo tratamiento que las ya implementadas puede representarse con alguna de las clases ya existentes.
  • Extensibilidad: si queremos que el sistema reaccione a un nuevo tipo de excepción sólo tendremos que codificar “en las puntas”: allí donde se lanza la excepción (el lugar del throw) y allí donde se maneja (ShowException).

Por otro lado hay mucho para explorar de aquí en más. Recordemos que ni siquiera cubrimos los casos mínimos para una aplicación “aceptable”. Veremos que al contemplar más situaciones (errores y excepciones de lado del cliente, en la comunicación, etc.) y al integrar más funcionalidad (por ejemplo mostrando un mensaje de error especial en ambientes de desarrollo o testing), en el manejo de “pequeños detalles” y casos especiales, será cuando este esquema muestre sus verdaderas ventajas.

lunes, 22 de febrero de 2010

.Net MVC + jQuery: manejo de excepciones. III: Atrapar errores del lado del servidor y comunicarlos controladamente al cliente.

[Continuación de .Net MVC + jQuery: manejo de excepciones. II: El problema.]


works-on-my-machine Espero que se haya entendido el planteo desarrollado en los posts anteriores de esta serie (preguntar es gratis, de cualquier manera)… lo que sin duda ha quedado claro es que el problema es retorcido.

Lo que sigue ahora es mi resolución del tema, más que perfectible por cierto (si alguien tiene sugerencias…), pero lo suficientemente funcional y probada como para ostentar orgullosamente el sello que he aplicado a esta entrada.


El primer paso es poder diferenciar, del lado del cliente, si el error o excepción se produjo durante la ejecución del código que procesa una respuesta o si la comunicación en sí fue fallida.

La importancia de lo anterior radica en que en el primer caso manejaremos la excepción del lado del servidor y podemos devolver al cliente información detallada y en un formato conveniente sobre cómo proceder:

  • si es un error de sistema o una excepción de negocio o un error de validación, si mostrar información detallada o no, si bloquear la aplicación y obligar al usuario a reiniciar (o a joderse), etc.
  • si es un error en la comunicación el cliente deberá tomar sus propias decisiones, de acuerdo con la información que posea en ese momento, pero ya contamos con un dato fundamental: la operación no llegó al servidor, por lo que podemos estar seguros de que nada ha sucedido “del otro lado”.

Recordemos que de forma predeterminada el servidor devolverá un error 500 y el código HTML de la pantalla de error asignada a ese código (por defecto aquella tan bonita de .Net con las letras en rojo catástrofe y el cuadro amarillo con detalles, más las inútiles indicaciones que todos conocemos). Esto no es precisamente un formato fácil de interpretar desde el código a la hora de tomar decisiones en el front-end.

Necesitamos interpretar desde el código la excepción porque tenemos que tener en cuenta que muchos tipos de errores “de aplicación” diferentes. Cada situación puede requerir diferentes propiedades en el objeto Exception para transmitir la información relevante del caso. Consideremos por ejemplo:

public class ShowCaseException : ApplicationException
{
   private List<string> reasons = new List<string>();

   public ShowCaseException()
      : base() { }

   public ShowCaseException(string message)
      : base(message) { }

   public ShowCaseException(string message, Exception innerException)
      : base(message, innerException) { }

   public List<string> Reasons
   {
      get { return reasons; }
   }
}

La excepción anterior contiene una propiedad extra (“Reasons”) con una lista de mensajes para presentar al usuario. Esto es algo que suelo utilizar bastante, ya que si durante una operación se producen varios problemas de validación es bueno presentárselos al usuario todos juntos y no solamente el primero y obligarlo a resolverlo antes de probar de vuelta y encontrarse con otro y así, multiplicando la cantidad de intentos.

Pero no podemos tratar con cada tipo de excepción en particular, viendo en cada caso qué información devolver y cómo. Una solución más práctica es devolver la excepción serializada en formato JSON, más un flag en el header de la respuesta que la diferencie de las respuestas “normales”:

internal static class ExceptionHandlingHelper
{
 public enum ResponseStatusEnum
 {
  Normal,
  ApplicationException,
  UnexpectedException
 } 

 internal static void ApplicationInstance_Error(object sender, EventArgs e)
 {
  Exception exception = HttpContext.Current.Server.GetLastError();
  if (exception is ApplicationException)
   ResponseHeadersHelper.CurrentHeaders.Add("RESPONSE_STATUS", ResponseStatusEnum.ApplicationException.ToString());
  else
  {
   Log.WriteException(exception);
   ResponseHeadersHelper.CurrentHeaders.Add("RESPONSE_STATUS", ResponseStatusEnum.UnexpectedException.ToString());
   if (![DEBUG_MODE])
    HttpContext.Current.Session.Abandon();
  }

  HttpContext.Current.Response.Clear();
  HttpContext.Current.Response.Write(ExceptionHandlingHelper.SerializeException(exception));
  HttpContext.Current.Server.ClearError();
 }
 //.... etc ....
}

Tenemos entonces tres estados posibles para una respuesta:

  • Error de negocio: ResponseStatusEnum.ApplicationException, son las excepciones lanzadas mediante un throw en nuestro código, y que deben derivar, por convención, de ApplicationException.
  • Error inesperado: ResponseStatusEnum.UnexpectedException, son todas las demás, originadas en throws por validaciones de consistencia en nuestro código o directamente desde el framework.
  • Normal: todo bien.

Así que lo primero que hacemos en nuestra rutina de manejo de excepciones es conseguir la excepción y determinar de qué tipo es, agregando un header en la respuesta (“RESPONSE_STATUS”) para que el cliente javascript pueda diferenciarlas fácilmente de las respuestas normales. Si es un error inesperado podemos, adicionalmente, registrarlo en el log y limpiar la sesión del usuario.

Luego se modifica la respuesta que por defecto enviaría el servidor, utilizando Response.Clear(), Server.ClearError() y escribiendo en el objeto Response la excepción serializada en JSON.

La serialización de la excepción es un poco molesta dado que el uso común de JavascriptSerializer arroja una excepción por culpa de la propiedad TargetSite, que se vuelve recursiva en cuanto al tipo. Pero, por otro lado, habíamos establecido que en un ambiente de producción no es conveniente enviar toda la información de la excepción ya que puede exponer datos internos a un ocasional atacante. Así que tenemos que implementar nuestra propia serialización para esta clase.

Una forma sencilla es recorrer el primer nivel de propiedades del objeto Exception y dejar que JavascriptSerializer se encargue del resto. El siguiente ejemplo es una prueba de concepto –no pretende ser una guía de lo que es o no seguro enviar al cliente-, solamente omite en la serialización las propiedades “InnerException”, “StackTrace” y “Source”. Tal vez habría que agregar más restricciones, probando siempre qué información estamos enviando en cada caso.

private static string SerializeException(Exception ex)
        {
            JavaScriptSerializer serializer = new JavaScriptSerializer();

            StringBuilder exSerialized = new StringBuilder("{");
            PropertyInfo[] exProperties = ex.GetType().GetProperties(BindingFlags.Public | BindingFlags.FlattenHierarchy | BindingFlags.Instance);
            foreach (PropertyInfo property in exProperties.Where(p => p.Name != "TargetSite"))
            {
                if (![DEBUG_MODE] &&                    
   (property.Name == "InnerException" || property.Name == "Source" || property.Name == "StackTrace"))
                    continue;

                exSerialized.AppendFormat("\"{0}\":", property.Name);
                serializer.Serialize(property.GetValue(ex, null), exSerialized);
                exSerialized.Append(", ");
            }

            if ([DEBUG_MODE]) 
            {
                exSerialized.AppendFormat("\"ToString\":");
                serializer.Serialize(ex.ToString(), exSerialized);
                exSerialized.Append(", ");
            }

            exSerialized.Remove(exSerialized.Length - 2, 2);
            exSerialized.Append("}");
            return exSerialized.ToString();
        }

La información así serializada es fácil de acceder desde el cliente ya que se convierte automáticamente en un objeto similar a Exception, pero en javascript.

Notarán que en el ejemplo incluí, para entornos de desarrollo, una propiedad extra que contiene la cadena devuelta por el método ToString de Exception, que es lo que se suele mostrar por pantalla en caso de errores. Tendremos, en resumen, disponibles en javascript casi todas las propiedades del objeto Exception más una propiedad “ToString” que contiene una cadena con toda esa información en un formato legible para el usuario/desarrollador.

Volvamos a javascript para ver cómo manejamos la respuesta ahora. Partimos del ejemplo del post anterior completando algunos de los “placeholders” que habíamos dejado, ya que ahora sabemos exactamente cómo llega la información desde el servidor:

function Save( data, callback )
{
 var async;
 if( typeof callback == "undefined")
  async=false;
 else
  async=true;
 
 var returnValue = null;
 
 $.ajax({
  url: "Comments/Save",
  data: data,
  async: async,
  success: function (response, status, xhr) {

   //Exception handling.
   var responseStatus = xhr.getResponseHeader("RESPONSE_STATUS");
   var ex = null;
   if (responseStatus == "ApplicationException") 
   {
      var netEx = JSON.parse(response);
      ex = new ProgramException(netEx.Message, netEx);
      ex.Reasons = netEx.Reasons;
   }
   else if (responseStatus == "UnexpectedException") 
   {
      var netEx = JSON.parse(response);
      ex = new FatalException(netEx.Message, netEx);
   }

   if(ex!=null)
   {
      if (async)
         ShowException(ex)
      else
         throw ex;     
   }

   //Normal response handling.
   if (async)
    callback(response)    
   else
    returnValue = response;
  }
  error: function(XMLHttpRequest, textStatus, errorThrown) {
   var ex = [GET_EXCEPTION_INFO];
   if(async)
    ShowException(ex)
   else
    throw ex;
  }
 });

 //async => returnValue == null;
 //sync  => returnValue == response;
 return returnValue;
}

La parte modificada es la de la sección “success” -previa al “Normal response handling”-. Verán que ahora, para determinar si hubo una excepción se consulta el encabezado de la respuesta que incluimos en el manejo de excepciones del lado del servidor -xhr.getResponseHeader("RESPONSE_STATUS")-. No importa qué excepción de negocio se haya producido, este header aparecerá siempre que ésta derive de ApplicationException. En la serialización JSON se devolverán todas las propiedades del tipo específico –en un entorno de desarrollo, recordémoslo siempre- ya que utilizamos JsonSerializer.

Por ejemplo, si la excepción lanzada es aquella ShowCaseException de la que hablamos al principio, sabremos por el header que deriva de ApplicationException y al mismo tiempo conservaremos la propiedad “Reasons”, específica del tipo, al serializar. Si prueban verán que aparece en el objeto netEx cuando se ejecuta var netEx = JSON.parse(response);

Cuando deserializamos la excepción la encapsulamos en un objeto conocido para el cliente. Esto es para reflejar el hecho de que para el cliente de javascript sólo existen dos objetos derivados de Exception relevantes: los de negocio (excepciones “de programa” y los de sistema (“fatales”). Para ello creamos sus clases correspondientes, inspiradas un poco en las de .Net (una excepción base y dos derivadas), pero en estilo javascript. Esto no es necesario, pero me resultó muy cómodo (veremos luego):

//Exception base
ExceptionBase = function (type, message) {
    this.Type = type;
    this.Message = message;
};

//Program Exception
ProgramException = function (message, netException) {

    this.Reasons = [];
    this.NetException = netException;

    if (typeof message != "undefined" && message != null)
        this.Message = message;

};
ProgramException.prototype = new ExceptionBase("ProgramException", "Operation Error");

//Fatal Exception
FatalException = function (message, netException) {

    this.NetException = netException;

    if (typeof message != "undefined" && message != null)
        this.Message = message;

}

FatalException.prototype = new ExceptionBase("FatalException", "Unexpected Error");

Son estas dos clases las que nos permiten codificar luego este tipo de instrucciones:

var netEx = JSON.parse(response);
ex = new ProgramException(netEx.Message, netEx);
ex.Reasons = netEx.Reasons;

Hasta aquí, un paso más en la batalla. Nos resta:

  • Determinar cómo tratar los errores en la comunicación.
  • Determinar cómo mostrar toda esta información (hasta ahora no hicimos nada con el método “ShowException”).

Hasta la próxima, nos leemos. (Actualización: sigue en .Net MVC + jQuery: manejo de excepciones. IV: el lado del cliente.)

miércoles, 17 de febrero de 2010

.Net MVC + jQuery: manejo de excepciones. II: El problema.

[Continuación de .Net MVC + jQuery: manejo de excepciones. I: Requerimientos.]


Tengamos presente nuestro ejemplo de manejo de errores y excepciones en $javascript (jQuery):

$("#Save").click(function () {
 try {
  $("#CommentForm").valid();
  Save({
   User: $("#User").val(),
   Date: $("#Date").val(),
   CommentText: $("#CommentText").val()
  });
 }
 catch (ex) {
  ShowException(ex);
 }
});

Por el lado de las excepciones, tenemos en principio aquellas generadas por nuestro código. En el ejemplo, serían aquellas que arroje la función valid() luego de verificar los datos ingresados por el usuario.

Luego tenemos aquellas que se generen durante la llamada al servidor. Asumiendo que Save() hace una llamada $.ajax para enviar los datos al servidor, tenemos en realidad dos escenarios posibles: sincrónico y asincrónico.

Si la llamada al servidor es sincrónica Save() debe hacer un throw en algún punto del código con la información necesaria para que sea atrapado por el catch del código de arriba y ShowException muestre un mensaje al usuario.

Si la llamada es asincrónica deberíamos pasarle a Save() un parámetro callback, una función a ser invocada cuando el servidor responda. Por ejemplo (muy esquemáticamente):

Save({
 User: $("#User").val(),
 Date: $("#Date").val(),
 CommentText: $("#CommentText").val(),
 function(response){
  alert(response);
 }
});

En este segundo caso es el método Save() el que debe internamente contemplar la posibilidad de excepciones y decidir, de acuerdo con la respuesta, si invoca al callback o a ShowException.

Creo que en algunas situaciones es necesario el uso de llamadas asincrónicas, pero que en general es más fácil manejar la lógica sincrónica, por algo es por lo que se empieza al aprender a programar. Así que personalmente prefiero que cada función javascript que se comunica con el servidor dé la opción de pasar o no una función de callback.

Si juntamos estas dos opciones y hacemos un boceto de Save() quedaría algo por el estilo de:

function Save( data, callback )
{
 var async;
 if( typeof callback == "undefined")
  async=false;
 else
  async=true;
 
 var returnValue = null;
 
 $.ajax({
  url: "Comments/Save",
  data: data,
  async: async,
  success: function (response, status, xhr) {

   //Exception handling.
   if( [RESPONSE_IS_EXCEPTION] )
   {
    var ex = [GET_EXCEPTION_INFO];
    if (async)
     ShowException(ex)
    else
     throw ex;     
   }

   //Normal response handling.
   if (async)
    callback(response)    
   else
    returnValue = response;
  }
  error: function(XMLHttpRequest, textStatus, errorThrown) {
   var ex = [GET_EXCEPTION_INFO];
   if(async)
    ShowException(ex)
   else
    throw ex;
  }
 });

 //async => returnValue == null;
 //sync  => returnValue == response;
 return returnValue;
}

En el ejemplo se asume que si se pasa un parámetro de callback la llamada debe ser asincrónica. En este caso se ejecuta $.ajax, el flujo sigue en la línea siguiente y returnValue será null cuando Save() termine. En algún momento posterior, cuando el servidor responda, jQuery invocará al código que se pasa en el parámetro success de $.ajax. De ser una llamada sincrónica se ejecutará $.ajax e inmediatamente el código del parámetro success.

Si se produce un error o una excepción no controlada del lado del servidor $.ajax invocará a la función especificada en el parámetro “error”. Lo mismo sucederá ante errores en la comunicación en sí.

Tanto en error como en success debemos determinar, de alguna manera (que también veremos luego, en el ejemplo estos agujeros blancos están entre corchetes), si hubo una excepción o error. Si la hubo armamos un objeto “ex” con la información que necesite ShowException. Si no, devolvemos el valor.

La diferencia entre sincrónico y asincrónico en este punto es que en el caso de ser una llamada sincrónica hacemos un throw (que atrapará el catch de Save) o llamamos a la función callback o devolvemos el valor a través del retorno de la función, mientras que en el caso de la llamada asincrónica debemos manejar aquí mismo la excepción o llamamos a la función callback. Si hiciéramos un throw en este punto, durante una llamada asincrónica, la excepción sería atrapada por el navegador y el usuario vería un error de javascript (en el mejor de los casos. En el peor, no vería nada y pensaría que sus datos fueron grabados correctamente).

Hasta aquí las excepciones. Vamos ahora a contemplar la posibilidad de errores. Si no tienen en claro la diferencia les recomiendo –otra vez- hacer un paréntesis y leer este post.

A modo de resumen de ese post, recordemos que si al momento de grabar los datos “La fecha del comentario ingresado corresponde a un informe ya aprobado”, eso es una excepción (una situación contemplada en el código en forma de validación, un throw en nuestro código del lado del servidor. Es un mensaje que tiene utilidad para el usuario, que debe indicar que él ha cometido un error y no el sistema). Pero si al momento de grabar el sistema intenta insertar un valor nulo en donde no se puede, eso es un error (una excepción para el framework o la base de datos, pero una situación no contemplada en nuestro código).

¿Dónde deberíamos esperar errores? Fácil, en todos lados. Lo inesperado puede por definición aparecer en cualquier momento. Pensemos qué situaciones pueden darse y qué hacer en cada caso:

  • Un error en el código de negocio del lado del servidor: en este caso podríamos enviar una respuesta que le indique al código javascript (en success) que se ha producido un error de sistema y a ShowExceptions que debería “romper” la pantalla impidiendo que el usuario continúe utilizando la aplicación o mostrar información detallada, dependiendo de si estamos en un ambiente de desarrollo o testing.

    Un ejemplo sería el intento de utilizar una variable que está en nulo, pero también que la base de datos no esté disponible o muy ocupada, o un timeout de base de datos. Para este caso tendríamos una excepción del lado del servidor, pero que no deriva de ApplicationException.

  • Un error en la infraestructura del lado del servidor: en este caso el problema no está en nuestro código y no es atrapado por él. Es el que se daría si el servidor web está muy ocupado. Puede ser antes o después de la operación, pero en todo caso no es controlado por nosotros.

    Aquí no tendríamos una excepción de .Net del lado del servidor, sino que éste, sin que podamos evitarlo, devolvería un error HTTP (típicamente un error 500, aunque podría ser otro). En este caso es jQuery el que atraparía el error e invocaría a la función especificada en el parámetro “error” de la llamada $.ajax.

  • Un error en la llamada, del lado del cliente: en este caso la llamada $.ajax jamás llega al servidor (por ejemplo si la url es incorrecta o está mal formada).

    Aquí hay un punto de debate: dado que el error se produce enteramente del lado del cliente no tenemos posibilidad de registrarlo, sólo nos enteraremos de él a través de una comunicación del usuario (por mail, teléfono, o como sea). La única información de la que dispondremos será aquella que le mostremos por pantalla… pero no es una buena práctica mostrar detalles internos al usuario final… Pero esto es último es discutible, ya que si vamos a suponer un error provocado por un usuario malicioso es de todas maneras información a la que él puede acceder, ya sea que se la hagamos más fácil o más difícil.

    Lo que es seguro, volviendo al tema, es que ShowExceptions tiene que manejar también esta situación y, por lo menos, asimilarla a la indicada en los puntos anteriores y darle el mismo tratamiento.

  • Un error en el código javascript, del lado del cliente. Es decir, un error de javascript ya sea en la función Save() o en el manejador del evento click. Este tipo de errores sería atrapado por el catch más externo de todos, el de la función que asociamos al evento click.

    En este caso el objeto “ex” que ShowExceptions recibirá como parámetro no estaría armado por nosotros sino por el motor de javascript (y lo que es peor, será ligeramente diferente entre navegadores, e incluso entre distintas versiones del mismo navegador). Así que tenemos que contemplar también la posibilidad de que a ShowExceptions le llegue este otro objeto “más o menos desconocido” proporcionado por el motor de javascript.

  • Un error en el código de manejo de errores. Es decir, un error de javascript adentro de ShowExceptions. Créanme que el andamiaje necesario para todo este control es lo suficientemente complejo como para que tenga sus propios errores, y éste es el peor escenario: el error en ShowExceptions nos estaría ocultando aquél que le dio origen, y deberemos resolverlo antes de enfrentarlo. Dado que ShowExceptions es la última fortaleza del funcionamiento del sistema deberá ser a prueba de balas: ya no importa cómo ni en qué situación, su misión es mostrarnos todos los errores que se hayan producido (propios y ajenos) sin perder información y asegurarse de que la pantalla del lado del cliente quede bloqueada. Tarea ingrata si las hay, pero alguien tiene que hacerlo.

Resumamos, como para ir terminando este post ya demasiado extenso, las situaciones que debemos contemplar:

  • Excepciones generadas desde nuestro código en javascript (las que se generen en la función valid() de validación de datos ingresados por el usuario).
  • Llamadas sincrónicas y asincrónicas. La diferencia está en hacer un throw o llamar a ShowExceptions en la función que se comunica con el servidor.
  • Errores o excepciones generados del lado del servidor. En este caso la comunicación ha sido exitosa.
  • Errores en la comunicación en sí, provocados por la conexión (“se cayó la red”) o por el código (“url mal formada).
  • Errores en el código javascript que implementa una funcionalidad específica.
  • Errores en el código javascript de control de errores.

La vida no es fácil… luego seguimos. (Actualización: sigue en .Net MVC + jQuery: manejo de excepciones. III: Atrapar errores del lado del servidor y comunicarlos controladamente al cliente.)

lunes, 15 de febrero de 2010

.Net MVC + jQuery: manejo de excepciones. I: Requerimientos.

Me pasé las últimas semanas trabajando sobre la beta de Visual Studio 2010 (acaba de salir el Visual Studio 2010 RC) armando un esquema de trabajo (un mini-framework) para proyectos MVC, en un intento de materializar la experiencia acumulada en otros proyectos en la forma de herramientas encapsuladas, probadas y listas para reutilizar.

Uno de los puntos que más trabajo me ha llevado es el manejo de excepciones. Un tema traicionero, simple a primera vista pero complicado y retorcido a medida que se avanza. Siempre lo tuve cubierto (es decir, sin graves problemas) con un poco de alambre, pegamento y parches aquí y allá, y quise aprovechar este nuevo comienzo en limpio para pensar un esquema más consistente y por lo tanto más sólido y fácil de mantener.

Comencemos, como corresponde, por los requerimientos. ¿Qué pretendo de a la infraestructura de un proyecto en cuanto a manejo de errores y excepciones (teoricé sobre la diferencia hace un tiempo, en Errores y excepciones)?

En principio, un uso estándar y transparente. Por ejemplo, en el botón “Save” de una vista, el programador debería codificar, en javascript (+jQuery, por supuesto):

$("#Save").click(function () {
 try {
  $("#CommentForm").valid();
  Save({
   User: $("#User").val(),
   Date: $("#Date").val(),
   CommentText: $("#CommentText").val()
  });
 }
 catch (ex) {
  ShowException(ex);
 }
});

En el ejemplo anterior, el bloque try…catch captura los errores de validación disparados por la instrucción $("#CommentForm").valid(); (es el plugin jQuery Validation) y la función ShowException los muestra en una forma amigable al usuario. Este no es el comportamiento “normal” de la función valid() de jQuery Validation, hay que codificarlo.

Pero no sólo eso. La función Save del ejemplo debe enviar los datos al servidor y el servidor debe pasarlos al modelo de negocio y esperar excepciones. Excepciones del tipo “La fecha del comentario ingresado corresponde a un informe ya aprobado” y cosas por el estilo, tan molestas para nosotros como necesarias para nuestros clientes. Es decir que se comunicará con una acción en un controlador, supongamos:

namespace ShowCase.Web.Controllers
{
    public class CommentsController : Controller
    {
  public bool SaveComment(CommentsModel model)
  {
   model.Save();
   return true;
  }
    }
}

Vemos que la acción devuelve siempre true. Esto es porque espera que los problemas se comuniquen a través de las excepciones. Un ejemplo esquemático para el método Save del modelo sería:

public class CommentsModel
{
 public void Save()
 {
  FinancialReport financialReport = FinancialReports.GetByDate(this.Date);
  if(financialReport.Status == ReportStatus.Approved)
   throw new ApplicationException("The comment's date points to an approved report.");
  
  FinancialReports.SaveComment(financialReport, this);
 }
}

El manejo de este tipo de excepciones generadas del lado del servidor debería ser, para el programador de la funcionalidad, idéntico al de las generadas del lado del cliente. Así que tenemos que llegar, de alguna manera, desde el throw en el método Save de CommentsModel, al catch en nuestra función de javascript.

Para complicar las cosas, agreguemos los errores. Estamos hablando ahora de verdaderos errores del sistema: errores de codificación, de conexión con la base de datos, de conexión entre el cliente y el servidor web, de javascript, etc. Errores del tipo que solemos llamar catastróficos, pero que yo prefiero denominar inesperados, como para restarle dramatismo al asunto (un cliente que no llamaría a las 3 de la mañana por un error “inesperado” tal vez sí lo haga por uno “catastrófico”).

Es el tipo de errores, en definitiva, que deberían “romper” o “cerrar” la aplicación, puesto que se ha arribado a un estado no contemplado, y cualquier acción posterior podría derivar en datos corruptos, inconsistentes, o –por lo menos, y más probablemente- en nuevos, más molestos y más extraños errores.

La función ShowException del ejemplo debería diferenciar entre las excepciones de negocio y los errores. Para los primeros mostrará un mensaje al usuario, y para los segundos deberíamos grabar un archivo de log, y podríamos establecer dos comportamientos posteriores:

  • uno para desarrollo o pruebas, mostrar por pantalla toda la información disponible acerca del error, y dejar que la aplicación siga abierta (el desarrollador o tester decidirá por sí mismo si puede continuar o no sin problemas),
  • y otro para producción, limpiar completamente la pantalla y mostrar un mensaje de error escueto invitando al usuario a reiniciar la aplicación o a llamar al administrador del sistema (siempre y cuando no seamos nosotros).

Es importante que, en entornos de producción, no sólo la función ShowException no muestre más de lo que debe, sino que el servidor mismo no envíe más información que la estrictamente requerida.

Todos estos requerimientos deben implementarse, dentro de lo posible, en una forma transparente al programador de la funcionalidad. Personalmente considero esta transparencia como algo muy importante, y la resigno (obligando al programador a derivar de ciertas clases, a implementar o a invocar ciertas funciones especiales) sólo cuando la alternativa es imposible o extremadamente más complicada. Cuando programamos una funcionalidad tenemos la cabeza puesta en facturas, aprobaciones, balances, fechas de cierre… en ese contexto, dónde fue generada la excepción o qué tipos de excepción hay y cómo deben transmitirse desde su origen hacia el cliente, son sutilezas que de requerir tratamiento especial serán seguramente pasadas por alto.

Pero, en definitiva, qué tan importante es esta transparencia o cuándo una alternativa es “imposible” o “extremadamente complicada” dependerá de cada uno. El hecho es que gracias a .Net MVC y jQuery podemos lograr un nivel muy aceptable de transparencia a través de diferentes puntos de intercepción y extensión convenientemente ubicados en la infraestructura del proyecto.

Suficiente para una primera entrega. En la próxima –en breve- analizaremos más en detalle los requerimientos en busca de las situaciones más comunes y los problemas que deberemos enfrentar al momento de picar el código.

Continúa en .Net MVC + jQuery: manejo de excepciones. II: El problema.

martes, 5 de enero de 2010

La queja.

Soy quejoso por naturaleza. Siempre le encuentro el pelo al huevo y, a falta de errores o problemas más graves, hago de un charquito una inundación…

A veces exagero un poco. Cuando mis compañeros de trabajo están –razonablemente- ya un poco hartos de mis cancioncitas plañideras les recuerdo, como para equilibrar un poco la balanza, que si bien me quejo

a) estoy en general encargándome activamente o lidiando con el problema, así que eso me da cierto derecho a una breve descarga emocional –a veces no es tan breve como debería-, y

b) estoy constantemente pensando y tratando de proponer soluciones –a veces peores que el problema, pero bueno… prueba y error, y sin error no hay prueba- y que

c) soy el primero en ponerle el hombro a cualquier intento de mejora, incluso cuando no crea que vaya a funcionar –probemos, con un poco de suerte me equivoque-.

Sí, a veces exagero y soy demasiado duro con algún temita en una solución que, en general, funciona bien. Pero bueno, es parte mi forma de motivar –correcta o no, efectiva o no, ésa es- y de motivarme a concentrarse no en lo que salió bien sino en lo que salió mal, que es lo que merece más atención.

Lo que es seguro es que es menos probable –a veces se requiere de más de un golpe- que me vuelva a dar con la misma piedra… aunque luego encuentre otra con la que impactar.

Por otro lado, hay personas en las que la queja es sólo eso, una queja. Una enumeración interminable de problemas, errores y malas decisiones que no las mueve a la acción o al cambio en lo más mínimo.

Estas personas piensan en el pelo antes de hacer el huevo. Como el “pelo a futuro” desmotiva, se quedan en la inacción y la queja se vuelve constante –porque sin acción nada cambia-, autosuficiente e inmortal.

Si es la queja la que lleva a la inacción o si es la excusa para la inacción, es imposible de saber. Pero es en todo caso indiferente, si el resultado es el mismo y es la nada.

Pero ojo, porque el quejoso no es mentiroso y no necesariamente tiene malas intenciones. Normalmente los problemas sobre los que la queja se asienta son reales, la práctica de la observación pasiva lo ha vuelto experto en su detección.

Así que –para mí- tampoco es prudente hacer oídos sordos a su cantinela. Lo que debemos evitar –a veces harto difícil- es quedar atrapados girando en la órbita de su parálisis.

Una solución imperfecta es siempre mejor que nada. Incluso una solución equivocada es mejor que nada, es una posibilidad menos en el camino de la prueba y error. Hacemos sistemas, no estructuras de concreto, y siempre podemos volver atrás y buscar otra salida. El tiempo insumido, al que usualmente calificamos de “perdido”, no será tal hasta que nos demos por vencidos.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Complejo.

Hace semanas que vengo demorando una entrada sobre la complejidad. Es que hay tanto que decir sobre la complejidad que la cosa se vuelve un poco compleja… y soy poco dado a las cosas complejas.

Así que procrastinando otra vez el bendito post –que a estas alturas ya sé que nunca voy a escribir-, picando de aquí y allá en el reader, me encuentro con un -ya viejo- artículo de Joel: The Duct Tape Programmer.

Sencillamente imperdible, un compendio de frases impactantes delicadamente hilvanadas:

Sometimes, you’re on a team, and you’re busy banging out the code, and somebody comes up to your desk, coffee mug in hand, and starts rattling on about how if you use multi-threaded COM apartments […] and you have no friggin’ idea what this frigtard is talking about, but he just won’t go away, and even if he does go away, he’s just going back into his office to write more of his clever classes […]

Ya ven para donde apunta:

One principle duct tape programmers understand well is that any kind of coding technique that’s even slightly complicated is going to doom your project.

Y básicamente eso es todo lo que hay que decir al respecto de la complejidad. Me hizo acordar a esta otra gran frase, que no recuerdo muy bien de dónde saqué:

“Los buenos programadores resuelven los problemas complejos, los grandes programadores los evitan”.

Resolver un problema es ganar una batalla. Eliminar la necesidad de resolverlo es evitar la guerra. Es como la depuración: no se trata de meter más código sino de quitar el que sobra, no se trata de conocer más patrones, frameworks, herramientas, plugins y la mar en coche, se trata de encontrar la combinación más simple que nos permita implementar la funcionalidad necesaria, y de simplificarla todavía más.

Para evitar un problema es imprescindible crear el ambiente propicio para esas preguntas que ponen incómodos a todos: “¿realmente hace falta hacer esto? ¿por qué? ¿para qué? ¿hay otras posibilidades? ¿qué pasa si no hacemos nada?” Son esas preguntas las que llevan al pensamiento lateral, y es por eso que la aparición de respuestas tautológicas nos alertan tempranamente de que estamos perdiendo el rumbo: “Porque sí”, “Porque el cliente lo pidió así” (es casi decir lo mismo), “No sé, pero hay que hacerlo”, “Esto ya está pensado”…

Lo complejo se torna complicado muy rápidamente, casualmente en el preciso momento en el que los ingeniosos desaparecen.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Huerfanitos.

Permítaseme un poco de humor gris tirando a negro.

En todo emprendimiento que venga pariendo software desde algún tiempo podremos encontrar desarrollos en diferentes estadíos de su camino hacia la obsolesencia: los hay desde embrionarios hasta mantenidos con vida artificialmente, pasando por recién nacidos encantadores que prácticamente no hacen nada por sí mismos, infantes con terribles rabietas que reclaman noches en vela, adolescentes indomables pero llenos de energía y posibilidades, adultos productivos e independientes y ancianos, venerables fuentes de sabiduría o mañosos insoportables cuyos achaques reclaman constante atención.

Y los hay huerfanitos, de todas las edades. Ya sea debido a que sus progrenitores hayan pasado a mejor vida o huido en estampida cual vil Frankenstein o desentendido de su cuidado o sido asesinados (o ajusticiados merecidamente), son usualmente víctimas de la indiferencia de los miembros del equipo de desarrollo.

Proliferan –me imagino, no me van a pedir rigor científico justo ahora-, más en consultoras que en empresas dedicadas a un producto o que en software factories. Supongo que porque las segundas cuidan mucho a su único hijo (o a lo sumo a sus pocos hijos) y las últimas son padres espartanos e inmisericordes que no tienen reparos en arrojar al abismo a sus vástagos más débiles, en el mejor de los casos, o madres de alquiler que paren a pedido y si te he visto no me acuerdo.

Pero si definimos como consultora a un emprendimiento que no sólo desarrolla un producto sino que también se hace cargo de su mantenimiento correctivo y mejoras funcionales (que cobra religiosamente), nos encontramos con que en este tipo de organizaciones no es tan sencillo dejar atrás las consecuencias de viejos errores… institucionalmente hablando, claro, porque sus integrantes intentarán hacerlo a toda costa (o serán eventualmente obligados a ello), y de ahí la proliferación de estos huerfanitos.

No es mi intención ser cruel inútilmente, hablo desde la experiencia: son peligrosos, créanme. Carentes y muchas veces necesitados de atención, se nos pueden pegar como garrapatas. Es así como, a través de una inocente tarea de instalación, un pequeño fix o una mejora estética nos encontramos siendo referentes, tutores, encargados, o directamente padres sustitutos de alguna de estas criaturitas de las que conocemos poco y nada.

El entorno no propicia el despegue. Si les toca transitar esta situación verán con horror como, aliviados al ver que a otro se le ha adjudicado el trasto, sus otrora solidarios compañeros de equipos evitan el tema (“y sí, alguien tenía que hacerse cargo”) o intentan naturalizarlo (“che, vos estabas con aquello de… ¿no?”), si no es que literalmente huyen despavoridos. Y no tardarán en aparecer problemas de los cuales, obviamente, nadie sabe nada y nadie nada quiere saber, salvo que tenemos que hacernos cargo.

¿Solución? Es aquí donde con un poco de demagogia podría decir que la única definitiva es adoptarlo, encauzarlo, educarlo, corregirlo, domarlo si es necesario para resolver el problema de una buena vez por todas… pero también es una posibilidad buscar a algún desprevenido, dejarle la canastita cerca, tocarle el hombro, voltear y caminar rápidamente sin mirar atrás, silbando bajito con aires distraídos.

domingo, 30 de agosto de 2009

20 sitios web muy mal diseñados.

La gente de Manolith ha recopilado estos sitios en su entrada 20 of the Worst Designed Websites In the World.

Si bien hay algunos que -en mi opinión- no acumulan suficiente mérito como para ser incluidos en semejante “lista de la vergüenza”, el resultado final del recorrido es un fuerte mareo y dolor de cabeza.

Lo malo no es ser incapaz de crear un buen diseño –yo soy incapaz de ello- sino el mal gusto liso y llano –y la falta de un poco de sentido común- que impide al creador del sitio (la frase “diseñador del sitio” está fuera de lugar, queda claro que no todo el que diseña es diseñador) reconocer que algo no está del todo bien.

Un par de ejemplos:

014

094

143

A ver si alguno de los incluidos en esta lista se decide a pedir ayuda profesional, o por lo menos a robar inspirarse en algún sitio un poco más sobrio y bien diseñado.

Encontrarán la lista completa y los links a los sitios (si es que se quedaron con ganas) en el artículo original.

Visto en Menéame.

lunes, 24 de agosto de 2009

Cuando los resultados no reflejan la experiencia o el aprendizaje.

Hay veces que llama poderosamente la atención la brecha (otras veces el abismo) entre la calidad de un equipo y la del proyecto sobre el que trabaja. A veces para bien, a veces para mal.

StaffEn algunos se percibe una capacidad para la mejora que excede en mucho la capacidad técnica (inicial) de sus integrantes. La falta de experiencia hace que se reinventen muchas ruedas y se cometan muchos errores de esos que (tal vez pecando de un poco de soberbia) los desarrolladores de más experiencia catalogan de “típicos”, pero que son ampliamente compensados por la motivación a corregirlos, incluso en varias aproximaciones, intentando una y otra vez. Éste es el caso ideal en el que, en todo momento, la calidad del proyecto refleja todo el aprendizaje y la experticia del equipo.

Pero en otros se ve que el resultado, si bien funcional, no tiene la calidad que podría esperarse de acuerdo la experiencia de los participantes, o que surgen (en el peor de los momentos) problemas que derivan de errores que podrían haber sido detectados (e incluso corregidos) con relativa facilidad por los miembros de más experiencia, problemas que luego de un tiempo de incubación terminan impactando transversalmente en todo el proyecto volviéndose de difícil o imposible solución.

Mucho tiene que ver en la calidad de un proyecto la habilidad para resolver problemas de sus integrantes. Mucho más tendrá que ver la experiencia y muchísimo más la motivación.

Es la experiencia la que permite ganar tiempo aplicando soluciones ya probadas y enfocarse en aplicar la habilidad en resolver aquellos problemas que hacen único a cada producto de software. Pero es la motivación lo que lleva a utilizar la (mucha o poca) habilidad disponible y aprender (con mayor o menor velocidad) de los errores y aciertos (propios y ajenos), que es lo mismo que decir “adquirir experiencia”.

Pero una cosa es la motivación a aprender y otra la de aplicar el resultado de ese aprendizaje al proyecto en particular sobre el que se está trabajando y aprendiendo, y de ahí la brecha entre capacidades y realidades que mencionaba al principio. La mayoría aprende de los errores y ve posibilidades de mejora, pero son menos (muchos menos) los que desandan el camino para corregirlos o implementar esas mejoras en el código ya escrito. ¿Por qué?

Se me ocurren un par de factores que hacen de esa decisión (la de seguir sin mirar atrás) la más razonable:

  • Si el alcance del proyecto es acotado y está próximo a entrar en una etapa de mantenimiento (¡exclusivamente!) correctivo, de poco o nada servirá mejorar lo que de todas maneras funciona (suponiendo que funciona razonablemente, ya que de no ser así no hay alternativa posible).

  • Si el problema es transversal y está demasiado extendido, puede ser mejor será tratar de no cometerlo de aquí en más y corregirlo sólo en donde las modificaciones sean imprescindibles.

  • En cualquier caso en el que el impacto sea menor que el esfuerzo que requiera la corrección. El problema aquí es la medición de ese impacto, para la que deberíamos considerar no sólo la situación actual sino también a futuro. Si estamos desarrollando un producto que se pretende mejorar y ampliar indefinidamente (en vez de “cerrar y entregar”) la acumulación de pequeños problemas terminarán afectando la calidad haciendo cada vez más difícil implementar nuevas funcionalidades y forzando una (mucho más riesgosa y costosa) reingeniería.

En definitiva, es cuestión de decidir en forma consciente y explícita si vale la pena el esfuerzo dada cada situación en particular. Pero hay otros factores, menos técnicos y más humanos o de organización, que bloquean las alternativas:

  • Simple resistencia al cambio, el aferrarse a un estado en el que los problemas (graves o no) son conocidos.

  • Una patológica actitud defensiva puede hacer que cualquier sugerencia se vea como una crítica.

  • Soberbia, que impide ver los problemas y desventajas que inevitablemente están presentes en cualquier solución.

  • Desinterés o el clásico “sólo hago lo que me ordenan”.

  • Escaso trabajo en equipo o excesivamente compartimentado, que hace que se pasen por alto los problemas y posibles mejoras transversales.

Resistencia al cambioSon estos factores son los que hay que detectar y combatir porque son los que llevan a decisiones irracionales o por defecto (aquellas que surgen de la no-decisión). El ideal es que el equipo tenga el control del proyecto, lo que implica ser consciente de los aciertos, de las cuestiones “mejorables”, de los errores que hay que corregir y de los que hay que soportar.

martes, 11 de agosto de 2009

Curados de espanto.

emergencia No son todos malos hábitos los que adquirimos los programadores en el transcurso de nuestra vida profesional. Para nivelar un poco quiero traer a cuento varias características que casi todos compartimos, y que de seguro estarán presentes en un buen programador… tienen que estar presentes en un buen programador, ya que todas giran alrededor de un tema que es central en el desarrollo de software: los errores.

Todo software no trivial tiene errores (y como siempre digo, la mayoría de los triviales también). Y si por buena ventura un software en particular no los tiene seguro que los requerimientos que le dieron origen sí. Y si por alguna de esas casualidades cósmicas los requerimientos (y por tanto el software) son consistentes en los papeles, seguro que el usuario o el analista o el redactor o el programador se ha equivocado en su interpretación u omitido alguno de ellos con tal mala suerte que el resultado es consistente aunque, por supuesto, erróneo… y en el imposible caso de que todo esté bien… serán las necesidades del cliente las que cambien o las que cambiarán en breve.

Y hay que tener en cuenta que los innumerables errores detectados (ya sea durante el desarrollo o como defectos en el producto) son apenas una pequeña fracción de los que cometemos todos los días… y sin embargo aquí estamos.

Aunque a veces sucede, no es usual que ante un problema un programador se rasgue las vestiduras, se deprima, paralice o caiga presa de delirios apocalípticos. Esto es, básicamente, porque nuestra vida laboral es una eterna sucesión de problemas y soluciones… que generan más problemas.

¿Qué es lo que –al menos creo yo que- he aprendido?

El camino para estar a salvo de los problemas no es evitar que se produzcan (son inevitables) sino tener alternativas.  Para eso existen los resguardos, los procedimientos alternativos, las salidas de emergencia. Prevenir no es sólo prevenir el problema, sino también sus consecuencias.

Los manotazos de ahogado no sirven. La suerte existe, pero es escasa y no se puede confiar en ella. Hay que medir el costo de un intento a ciegas. ¿Podemos hacer una prueba rápida, a ver si funciona? ¿No romperemos algo más en el intento? Bueno, hagámosla. Pero no podemos perder tiempo tirando tiros al aire, la magia no existe y hay que pensar, buscar, investigar, rastrear, no queda otra.

rep-empresa-thumb

Identificar precisamente el problema es siempre el primer esfuerzo. Tratar de arreglar “algo” que no se sabe qué es es sencillamente imposible. Trabajar sobre las consecuencias es una opción para ganar tiempo, pero nunca una solución a mediano o largo plazo.

No se puede resolver un problema de fondo sobre la emergencia. Cuando se presenta una emergencia hay que resolverla (en lo posible rápidamente) para aliviar la presión y poder pensar y resolver el problema de fondo con tranquilidad… Creo que en esto todos fallamos más de una vez, tal vez no tanto en la resolución rápida, sino en la disolución de la causa subyacente. ¿Cuántas veces dejamos parches provisorios como soluciones “definitivas” que no tardan en crear más y más graves apuros?

Presionando no se resuelve nada, por lo menos en sistemas. No es de mucha ayuda gritarle lo obvio al administrador de la red –que todas las terminales están fuera de servicio o que el mundo va a explotar-. Si encuentra la solución en un tiempo razonable será a pesar de ello y no gracias a ello. Ya habrá tiempo de repartir responsabilidades y amenazas luego, hay que concentrarse en buscar una solución.

Hay que dejar trabajar. Si nos es posible paliar las consecuencias o aliviar la presión, ésa es la forma de ayudar. Y si no está entre nuestras posibilidades hacerlo… mucho ayuda el que no estorba, dice el refrán.

Aprender por prueba y error implica resolver, aunque sea parcialmente, problemas de fondo. De cada problema, de cada situación, tenemos que quedarnos con alguna mejora. Puede ser pequeña, tal vez no una solución completa, tal vez apenas una alerta temprana para la próxima vez, algo, lo que sea. Si vivimos en un interminable devenir de emergencias, la única forma de salir de ello es de a poco, aprovechando el poco tiempo que nos queda para ganar más tiempo.

martes, 21 de julio de 2009

Depurar código es el mejor y más intensivo método de aprendizaje.

chica-microsoft-pantalla-de-error-azul En esta última semana estuve librando mis primeras verdaderas batallas con jQuery, un framework de javascript que, al igual que mooTools, me parece sencillamente fabuloso.  La verdad es que me encantaría utilizar los dos al mismo tiempo, tan difícil resulta decidirme por uno u otro.

Me sorprendo ingenuamente de su efectividad porque vengo de la época en que javascript era apenas una herramienta para hacer validaciones del lado del cliente y ahorrarle un poco de tiempo y transiciones al usuario (con 56K apretar “submit” y esperar 20 segundos –con suerte- para recibir un par de mensajes de error era toda una frustración). Una época en la que cada uno armaba su propio “framework” y se conformaba con que fuera funcional para IE -y tal vez para Netscape-, le permitiera cargar dinámicamente una lista, armar una grilla básica y –para los más intrépidos- hacer unas ventanas de diálogo más elegantes que el básico alert() de javascript.

Con mucho sudor y lágrimas esos frameworks fueron creciendo y haciéndose más complejos… para luego descubrir (que frase tan típica de viejo la experiencia) que “estos mocosos de ahora la tienen regalada”, y que logran en 10 minutos lo que a uno le ha costado años.

En fin, todo eso fue ñañería y digresión. La cuestión es por primera vez en un largo rato estoy aplicando profesionalmente, a gran escala y en un sistema complejo, una tecnología totalmente nueva para mí.

¿Y cuál es la mejor manera de aprender? A esto iba: haciéndose desde abajo, revolviéndose en el fango, peleando entre la mugre… depurando código.

No me voy a hacer el humilde, lo hago porque no tengo alternativa, lo hago porque soy el nuevo y el más inútil de todos, porque me toca ocuparme de lo que me tiren y que, lógicamente, es aquello en lo que nadie quiere meterse. Porque no puedo esquivar el bulto, para resumir. Hay que pagar el derecho de piso, y el camino es resolver problemas. Simples, complejos, triviales… todos… y tratar de hacerlo bien (y ni hablar si se da el caso extremo que comentaba en Guía para perplejos: primera vista al código en un nuevo trabajo y... ¡ups!).

Sí, lo hago refunfuñando por lo bajo… hubo varias ocasiones en las que por suerte no tenía un objeto contundente cerca mío, pero tengo que reconocer que he aprendido más de jQuery en dos días que con todas las pruebas y pequeños proyectos inútiles que hice anteriormente.

Esto es porque lo que hay que hacer se aprende con los tutoriales, con los manuales, con los proyectos de prueba. Pero lo que no hay que hacer sólo se aprende corrigiendo errores o cometiéndolos.

¿Y para qué transitar el tortuoso camino de cometer todos los errores posibles para hacerlo un poco mejor la próxima vez? Es mucho mejor depurar, sacarle las pulgas a un sistema ya casi terminado y aprender no sólo de los errores que encontramos sino también de los muchos aciertos que los rodean. Es un curso intensivo, demanda el doble de paciencia y esfuerzo pero sólo una cuarta parte del tiempo que implicaría “aprender por la positiva”.

Dice el adagio que “el que se quema con leche ve una vaca y llora”. Pasarse un par de horas fracasando estrepitosamente en la búsqueda de algún lugar para validar si la sesión ha caducado para luego resignarse a implementar una solución particular en cada lugar donde se presente el problema (¡muchos lugares!) nos fijará en la memoria las bondades del encapsulamiento y la separación en capas a través de interfaces que podamos controlar (por cierto, esto último es lo que suele olvidarse).

Así que la próxima vez que se enfrenten a un mar de código al que –en principio- no le encuentren ningún sentido… no piensen que están depurando sino que están aprendiendo, aprendiendo tan rápido que en breve llegará ese “click” en donde nuestro cerebro, ya acostumbrado a la sintaxis propia del nuevo lenguaje o herramienta, deje de mirar y empiece a ver.

Ah, por cierto… todo muy lindo, he aprendido mucho en dos días y descubierto varios errores, pero todavía no he logrado corregir elegantemente ni uno de ellos. Ya lo dije, paciencia.

jueves, 9 de julio de 2009

5 errores no técnicos que usualmente cometemos los programadores.

Un muy buen artículo de Making Good Software en el que se detallan y comentan 5 errores no técnicos que usualmente cometemos los programadores:

  1. Falta de disciplina.
  2. Orgullo (“big ego”).
  3. Ser un mal comunicador.
  4. Olvidarse del cliente.
  5. No priorizar el trabajo apropiadamente.

¿Se sienten identificados con alguno? Me declaro culpable del 1 y del 5 (aunque espero que al ser consciente de ello esté logrando mitigarlo un poco)… A leer el artículo completo (en inglés). Me llegó twiteado por @programmingjoy.

martes, 12 de mayo de 2009

¿Cuál fue el error más difícil de encontrar?

Muy buena pregunta en Stackoverflow. Me robo la primer respuesta (al momento) para que empiecen a sufrir:

A jpeg parser, running on a surveillance camera, which crashed every time the company's CEO came into the room.

100% reproducible error.

I kid you not!

This is why:

For you who doesn't know much about JPEG compression - the image is kind of broken down into a matrix of small blocks which then are encoded using magic etc.

The parser choked when the CEO came into the room, because he always had a shirt with a square pattern on it, which triggered some special case of contrast and block boundary algorithms.

Truly classic.

Visto (y compartido) por Cerebrado en Pons Asinorum.

jueves, 7 de mayo de 2009

Sobre la importancia del interlocutor.

Creo que la propia experiencia nos condiciona más fuertemente que cualquier otro factor y que, si bien eso tiene su razón de ser, puede llevar fácilmente al dogmatismo.  Veo algo de esto reflejado en cada discusión en torno de alguna de las dualidades de moda: Windows vs. Linux, Software Libre vs. Software Privativo, Código Abierto vs. Código Cerrado, Java vs. .Net, Oracle vs. MS-SQL y ambos vs. MySql y PostgreSQL… uf, podría rellenar varios párrafos más (se ve que nos gusta hacer polémica). Si rascamos un poco en busca de la experiencia profesional de los polemistas veremos que abunda de un lado de la frontera y escasea (o ha sido traumática) del otro.

colorHell Un pequeño ejemplo: ASP 3.0 me produce urticaria (sobre todo si lo mezclamos con una buena dosis de xml). Pero reconozco que mucho tiene que ver el hecho de que la primera y única aplicación más o menos compleja que hice terminó como la imagen de aquí a la izquierda (extraída de este viejo post). Si hubiese tenido una segunda oportunidad desde cero podría haberme amigado con el lenguaje y hoy estaría defendiéndolo acaloradamente contra PHP (ya no sucederá, ha muerto en manos de él, y merecido se lo tiene). Pero me han comentado casos en los que mediante diversas técnicas se ha podido mantener el orden y construir aplicaciones realmente complejas sin perder la cordura en el intento.

Pero volvamos al hilo. Decía que el peso de la experiencia tiene su razón de ser, y pensaba en lo siguiente: un joven padawan está deseoso de adiestrarse en el manejo de nuevas armas, mientras que Yoda se preocupa más por eliminar al oponente (aunque no de cualquier manera, siempre mantiene las formas y sobre todo la estética). Si el padawan es criterioso no se pondrá a innovar antes de (o en medio de) una batalla… bueno, hasta aquí llego, supongo que se entiende la idea.

Volviendo ahora al desarrollo de software (del que no debería haberme apartado), repasando mi propia experiencia, veo que he cometido errores empujando la balanza hacia uno u otro lado: algunas veces he utilizado herramientas más allá de lo razonable porque las conocía (y mi experticia en ellas me permitía forzarlas) y porque los tiempos apuraban (y un largo etcétera que podemos resumir como “aversión al riesgo”). Por el otro he elegido algunos malos momentos para experimentar.

Por suerte fui aprendiendo y hoy por hoy puedo decir que acerté más de lo que pifié (por lo menos hasta ahora)… ¿por suerte? Un factor común en los errores fue que (llevado por el apuro o el entusiasmo) no tenía y no busqué un referente con alguna experiencia (por más mínima que fuese) en la “herramienta nueva”. Estoy casi seguro de que éste factor explica tanto los fracasos como los éxitos, ya que siempre que la decisión que tomé terminó mostrándose acertada sí lo tenía.

Por supuesto que no tiene por qué ser alguien del equipo (tal vez hasta sea mejor que no lo sea). Puede ser un amigo, un conocido, un allegado. O ni siquiera una persona. Podría ser un caso de éxito (o fracaso) bien documentado, un foro o comunidad en la que se tenga alguna confianza y participación activa. Tampoco es tan importante que sea un experto en la herramienta o un relato de fuente confiable. Basta que nos cuestione o nos apruebe de alguna manera, y que nos fuerce a plantear las preguntas correctas, ésas especialmente incómodas y sin respuesta precisa, en las que encontramos puntos a favor y en contra de cada posible solución, en las que prima la opinión sobre el dato y en cuya respuesta podemos incluso discernir con respecto a ese referente.

Como me señalaba hace apenas un par de días Cerebrado, cualquier programador con un par de logros y moretones encima valorará enormemente tener con quién o en dónde discutir, polemizar o pelear. Lo valora porque (sobre todo si tiene moretones) desconfía de las decisiones en solitario o tomadas por una sola persona a puertas cerradas y sin una discusión previa, así sean las propias.

Al discutir, polemizar o pelear, puede que no se llegue a un acuerdo sobre la posible superación de determinados problemas, pero por lo menos se habrán planteado y tenido en cuenta o descartados conscientemente.

Recalco: no critico el hecho de que decida una sola persona (que al fin y al cabo un equipo no es una democracia… en la que de todas maneras tampoco se decide por unanimidad) sino la falta de un intercambio de ideas previo.

Hace no mucho tiempo (aunque usted no lo crea) programábamos sin internet. En ese tiempo la experiencia era difícil de encontrar y un interlocutor válido mucho más todavía. Hoy no hay excusas, no existe ningún lenguaje o herramienta o sistema o librería o framework del que no podamos encontrar opiniones a favor o en contra. No prestar atención a esas discusiones u opiniones antes de tomar una decisión es… suicida.

lunes, 4 de mayo de 2009

Errare humanum est.

Es irónico que el camino de la mejora continua esté tan cerca del camino del estancamiento, del que lo separa apenas un cambio de perspectiva, cierta tendencia a asignar responsabilidad sobre problemas concretos a personas concretas con la vana esperanza de que desaparezcan unos con otros.

Si asumimos que inevitablemente y en toda actividad humana (no sólo en la programación) se cometen errores, produciéndose defectos en los productos resultantes, no nos extrañaría tanto encontrarlos ni en las tareas más simples ni en los productos de más alta calidad.

Cuando es necesario que un producto adquiera cierta calidad, deberíamos controlar el proceso y el resultado en busca de problemas más que esperar a que no se produzcan mágicamente -o por la simple respuesta a un reclamo más o menos imperativo-.

Y al momento de controlar, tendríamos que tener muy en claro que estamos controlando en busca de errores y no para calificar o evaluar la calidad del trabajo de una persona o de un equipo.

Esto es porque, dada la primera premisa, no tendría sentido preocuparse por quién comete un error o por qué ya que la respuesta es obvia: porque es un ser humano o producto de un ser humano. Deberíamos focalizarnos en dónde y cuándo y por qué no se ha detectado antes en caso de que hubiese sido posible.

Siguiendo esa línea llegaríamos a la conclusión de que la cuantía de los errores no tiene relación directa con la idoneidad (“el que hace se equivoca, y el que no, se calla la boca”) por lo que, consecuentemente, no se deberían tomar ni admitir represalias por ellos (aunque muchas veces es deber tolerarlas).

Una postura opuesta, por ejemplo la medición del desempeño a través de la cantidad de errores cometidos y registrados “con nombre y apellido” lleva a las personas a actuar a la defensiva, al temor a cometerlos o a ocultarlos una vez cometidos. Pero como son inevitables -y esto es un hecho- la única forma de no tener errores es no haciendo nada. Es decir que esta actitud nos lleva, inevitablemente, a la parálisis.

viernes, 27 de febrero de 2009

La “respuesta” a “¿Cuál es el error?”, la ambigüedad, su resolución y, finalmente, la realidad.

question Estamos hablando del problema planteado en el post ¿Cuál es el error? Si no lo has leído (con sus comentarios) no vas a entender nada (es simple y cortito, no hay excusa).

Me encanta ese problema ya que es disparador de un montón de cuestiones relacionadas a la codificación entre las que encontraremos muchas zonas grises. Algunos (como yo) verán las suficientes para afirmar sin lugar a dudas que programar está a medio camino entre el arte y la técnica, y que para el ojo entrenado no es difícil encontrar cierta belleza (o por lo menos elegancia, una de sus formas) en algunos ejemplos.

Bueh, tal vez me emocioné un poco. De todas maneras lo anterior sirve para aclarar que lo que sigue es mi personalísima opinión y que si bien puede ser contraria a la de algunos de ustedes no pretende ni puede invalidarla en manera alguna ya que, como establecimos, son zonas grises.

La solución “estricta”.

Siendo riguroso con el enunciado del problema, creo que la respuesta más acertada es “No se puede saber”.

Parece que hay un error (y aunque eso parece claro, si leyeron los comentarios en la entrada del planteo verán que hasta eso puede objetarse) ya que la declaración dice que suma pero la implementación resta. No hay forma de decidir qué está mal sin un contexto.

Lo más que podemos decir es que el código es poco legible, que es confuso, ambigüo (para un ser humano) o traicionero. Lo que no podemos decir (sin contexto) con seguridad es que hay un error de esos que le interesan a la gente común, y mucho menos decir cuál es. El único error que podemos verificar es de estilo o prolijidad, y no podemos resolverlo.

De acuerdo al contexto el error podría ser nimio, de esos que uno corrije sin decir nada a nadie (sería obviamente de tipeo, el programador quiso poner “+” y le salió un “-”. Algunos de los muchos números del reporte –por ejemplo- salieron mal, pero eran tantos que era difícil darse cuenta. En las pruebas, para un analista que interprete esos números, será mucho más evidente que para un programador cansado o aburrido de hacer reportes)… o grosero, muy grosero. Que se entienda bien clarito: al programador que utilice eso para restar, repetida y consistentemente en cualquier porción de código, yo le deseo la muerte.

Mejor volvamos a nuestro problema, sin contexto. Uno de los principios de diseño de Guido Van Rossum (autor de Python, entre otras cosas) nos dice:

Cuando te enfrentes a la ambigüedad, rechaza la tentación de adivinar.

Es muy, muy difícil de seguir. Casi tanto como decir “No sé” o “No se puede saber”. La primera respuesta es dolorosa para un orgullo cultivado (y los programadores sí que cultivamos el nuestro) y la segunda requiere mucha confianza y conocimiento del tema que se trata.

Por otro lado las preguntas engañan. No es lo mismo preguntar “¿Cuál es el problema?” que “¿Hay un problema?”.

Vivimos en un mundo imperfecto y una computadora no entiende de imperfecciones. A los programadores nos toca ser el último eslabón entre lo ambigüo por naturaleza (el lenguaje, los negocios, el ser humano, la vida en general) y lo absoluto (una sucesión finita de operaciones), así que lidiamos con este problema -de enfrentarnos a la ambigüedad- todos los días.

Un ego desmedido como el nuestro no digiere fácilmente que (si bien podemos hacer cualquier cosa) no somos dueños de la verdad absoluta (no todo lo que hagamos estará bien -¡aunque funcione!-) y que -peor todavía- existe la verdad absoluta y tiene dueño: el cliente. Utilizando estrictamente las palabras, los programadores somos dueños de la implementación, pero no de la solución. Decidimos cómo pero no qué.

El cliente (o quien lo represente ante nosotros, los programadores) puede equivocarse en muchas cosas, pero cuando hay que resolver una ambigüedad tiene no sólo la última, sino la única palabra. En el trabajo de todos los días no podemos decidir si “una operación revertida aparece en el informe o no”. ¿Por qué no? Porque estaríamos inventando y tal vez invirtiendo tiempo en hacer bien algo que nunca debería haberse hecho.

Recuerden siempre: las preguntas engañan. Siguiendo el ejemplo de la operación revertida, es probable que hayamos arribado a esa opción binaria más por nuestra naturaleza de programadores que por la realidad de la situación. ¿El cliente pensó en esta situación? No. Entonces, ¿cómo podemos saber que la solución es una u otra, y no una tercera, o ninguna, o las dos?

¿Cómo saber si hay que sumar o restar? No lo sabemos. No sabemos qué es lo que hay que hacer si no nos lo comunican, tenemos que preguntar. La frase de Guido nos está diciendo “más fácil inventar parece, pero evita la tentación, porque buscar una respuesta debes” (¿o ése era Yoda?). Ésa es, en principio, nuestra responsabilidad: resolver la ambigüedad preguntando, no inventando.

Es también, entonces, un tema de responsabilidades (“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”): ¿tenemos ese poder para decidir? ¿queremos esa responsabilidad? Recordemos, otra vez, que estaríamos tomando una decisión sin conocer todos los detalles: no conocemos el negocio, al cliente final, ni la situación comercial… tal vez ni siquiera el sistema completo.

Pero, ya lo dijimos, vivimos en un mundo imperfecto. Muchas veces (en todo proyecto real esta situación es más que frecuente) el cliente no está disponible (si estuviese disponible él tiene la respuesta, aunque ésta sea “hacé lo que te parezca” o tire una moneda o cambie con el tiempo) o no entiende la pregunta. ¿Entonces?

La frase nos dice “evita la tentación”, no nos dice “no adivines”. Hay veces que tenemos que adivinar. Presionados por un sinfín de circunstancias, para bien o para mal, hay veces que hay que adivinar y seguir adelante, rellenar los huecos en las especificaciones apelando al sentido común o, en última instancia (es lo que yo lo recomiendo) hacer lo que sea más fácil para nosotros, así por lo menos el tiempo perdido será menor.

Pero tenemos que ser conscientes de que lo estamos haciendo. Y de que está bien si lo hacemos sólo si hemos agotado otras instancias (o no tenemos tiempo de hacerlo) y no nos queda otra, y no para patear un problema debajo de la alfombra.

La razón última por la que un proyecto no puede llevarse a cabo sin la cooperación y compromiso real de los programadores que en él participan (por lo menos de buena parte de ellos) es que (como una computadora no entiende de ambigüedades) estas pequeñas decisiones…

  • que nos vemos obligados a tomar sin información completa
  • o con la poca que logremos recabar investigando hasta donde dé nuestra conciencia,
  • basándonos en nuestra experiencia, sentido común, pálpito y buena suerte,
  • sabiendo que en el mejor de los casos evitaremos un problema y nadie se dará cuenta ni agradecerá nada,
  • y que en el peor de los casos… (mejor no hablar de ello)

…tienen gran impacto (para bien o para mal) en el resultado. Tanto que son determinantes, tal vez no del éxito (que dependerá también de muchos otros factores), pero seguro que del fracaso de un proyecto (que con una buena cantidad de decisiones equivocadas o con apenas un par en los lugares precisos puede darse por muerto).

La mejor manera de sabotear un proyecto es hacer exactamente lo que te piden, sin chistar.