La complejidad del un proceso de desarrollo de un software es exponencialmente proporcional a la complejidad del producto (digo, a ojo de buen cubero).
Las metáforas nos ayudan a manejarnos en la complejidad sin sentirnos desbordados, creo que es por esto que abundan tantas y tan variadas acerca del desarrollo de software, del trabajo en equipo o de las relaciones laborales…
En Qué quieres desarrollar hoy? me encontré con una muy original y acertada: La programación es como un juego de ajedrez. ¿Se consideran buenos jugadores? Yo creo que me defiendo, aunque algunas veces me siento como Felipe:
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