jueves, 5 de febrero de 2009

Frankenstein, el líder de proyecto (VI).

ATENCIÓN: ¡No sigas si no has leído la quinta parte! Y si no has leído nada empieza por el principio.


[Resumen: los cambios impulsados por Frankenstein fracasan estrepitosamente. Es obligado por las circunstancias a dar marcha atrás y volver a empezar, perdiendo un programador en el camino. El proyecto avanza aunque en rojo, como siempre. Una nueva idea empieza a tomar forma.]

Frankenstein escribía a mano prolijamente.

“Entusiasmo. Empuje.

Responsabilidad. Cumplimiento. Efectividad. Acciones concretas. Resultados. Pragmatismo.

Compromiso. Sacrificio. Velocidad.

Respeto. Obediencia.

Concentración.”

Miró fijamente la lista y la dejó frente a sus ojos, sobre el escritorio que lo separaba del postulante al puesto de programador que había quedado vacante.

“Joven. Emprendedor. Sociable. Creativo. Emocional. Crítico. Lento. Inconstante. Soñador. Inquieto. Hablador. Disperso.”

Miraba los adjetivos garabateados con letra roja sobre el nombre del postulante. Cada uno de los seis resúmenes que al final de la semana se acumularon sobre su escritorio tenía al menos tres de ellos. Uno tenía cinco.

Las entrevistas se sucedían. El tiempo pasaba y el proyecto, con un programador menos, se atrasaba inevitablemente. Frankenstein estaba desmoralizado.

Con razón tantos proyectos fracasan. Nadie tiene las características necesarias para cumplir con una planificación en tiempo y forma” –pensaba.

Frankenstein jamás se rendía, el fracaso no era un final posible para él. Se presentía enfrentado al verdadero problema y sabía que con esfuerzo llegaría a la solución. Las dificultades no hacían más que empujarlo hacia el límite y motivarlo a seguir más allá. A intentar lo imposible, a llegar a lo impensable y seguir hacia lo impracticable.

“Al fin y al cabo es trabajo. Todo se resuelve con trabajo, arremangándose y hundiendo las manos en el barro. Buceando en el fango si es necesario, empujando, empujando y presionando siempre. Hacer. Resultados, resultados. Lo que no hay se consigue, lo que no se consigue se crea.”

Frankenstein entendió que debería crear al programador que necesitaba. Y se dispuso a hacerlo, a empujar el barro hasta darle forma, hasta moldearlo a imagen y semejanza de su lista de adjetivos.

Pasó el tiempo. Un año. Dos. El proyecto en el que fracasó su sistema de control terminó tarde -como todos- y el siguiente también. Frankenstein seguía siendo un líder de proyecto exitoso –de acuerdo a los parámetros generales-. La experiencia acumulada lo hizo respetado y su habilidad para entender a las personas le granjeó el sincero afecto por parte de sus compañeros de equipo.

Aprendió a crear un ambiente motivador. Se volvió flexible con los horarios, comprensivo con los errores y siempre dispuesto a hacer lo necesario para que sus equipos tuviesen los recursos y el camino despejado hacia una puesta en producción sin problemas.

Era una constante que terminase siempre un poco más tarde de lo requerido, pero la calidad era casi siempre superlativa. Los errores reportados se reducían al mínimo y eran fácilmente detectables y corregibles. Los sistemas resultaban como bloques de construcción que podían apilarse o combinarse rápidamente para adoptar nuevas formas.

Todo iba bien.

Cada día, al menos durante cuatro horas -y a veces cinco, seis o toda la noche-, se encerraba en su estudio. Luchaba incansablemente para lograr el único objetivo que consideraba verdadero, su única meta, su obsesión: crear al Programador (con mayúscula).

Hasta que una noche de invierno, un todavía joven Frankenstein agotado por varios días de trabajo febril sin comida ni sueño vio una figura humana emerger tambaleante de la camilla metálica en donde se completó su creación.

Frankenstein retrocedió y contempló su obra. Ésta se frotaba los ojos, se retorcía y estiraba. Miraba a su alrededor con ojos desorbitados, pero luego de unos instantes de torpeza comenzó a tomar control de sí misma. Miró sus manos, luego buscó los ojos de su creador y pronunció sus primeras palabras:

¿Dónde está la lista de tareas?”

…continuará. Actualización: capítulo VII.

2 comentarios:

Senior Manager dijo...

Je je... la hitoria va tomando forma... a ver si a la final resulta en una técnica (jocosa y anecdótica) para seleccionar o des-seleccionar personal...
SM

AcP dijo...

...o para crear personal. :-)