jueves, 29 de enero de 2009

Frankenstein, el líder de proyecto (IV).

ATENCIÓN: ¡No sigas si no has leído la tercera parte! Y si no has leído nada empieza por el principio.


[Resumen: El Viernes a la noche, analizando los resultados de su espionaje, Frankenstein finalmente descubre la Matrix: las personas no hacen exactamente lo que dice la planificación y por eso los proyectos se atrasan. Internet. Música. Cuestiones personales. “El Lunes será otro día”.]

Es difícil que los desarrolladores asignados a los proyectos de Frankenstein olviden ese Lunes gris por la mañana, gris por la tarde y oscuro por la noche… y las semanas que le siguieron.

Lo primero que notaron ese Lunes ceniciento fue que los parlantes de sus computadoras habían sido retirados. Al iniciarlas se sorprendieron al ver que la conexión a internet no funcionaba y al enviar un mail a soporte una respuesta automática los notificó de que sólo podían enviar y recibir correo desde y hacia la casilla de Frankenstein. Algunos intentaron utilizar los auriculares de sus teléfonos en las computadoras, sólo para notar –ya sin demasiada sorpresa- que también habían sido deshabilitadas las placas de sonido. Los teléfonos de escritorio no tenían salida al exterior, los celulares de la empresa ya no funcionaban.

Las pantallas tenían reservadas un par de sorpresas más: en cada terminal se desplegó una ventana desde la barra de tareas anunciando una asignación (“Formulario de ingreso de facturas – cálculo del impuesto – AJK 453”) y un intervalo de tiempo (“2 horas”). Una barra de progreso avanzaba inexorablemente hacia su final (“resta 1 hora, 59 minutos, 20 segundos”) y abajo de la barra un botón rojo indicaba “detener”.

Era inevitable presionar el botón con urgencia, casi todos lo hicieron. Aparecía un formulario solicitando el ingreso del “motivo por el cual ha dejado de realizar esta tarea”, brindando una serie de opciones. Éstas iban desde “problemas en los requerimientos” hasta “uso de las instalaciones sanitarias”.

Frankenstein ya estaba allí analizando atentamente la escena. ¿Por qué no empezaban? Entendió que debería explicar un poco la situación.

Reunió a sus equipos. Presentó los resultados de su investigación con indisimulado entusiasmo. Alguien preguntó “¿Nos estuviste controlando sin avisarnos, todo el tiempo… espiándonos?”. “Por supuesto. –respondió Frankenstein con énfasis- Preanunciarles mis estudios hubiese puesto en duda la veracidad de los resultados”.

Preguntas similares obtuvieron respuestas similares, y cuando todos estuvieron convencidos de que más allá de cualquier duda -“con las que continuaré trabajando”, decía el líder- las decisiones estaban tomadas, volvieron a sus puestos. Alguien dijo “Esto es siniestro”.

Ese Viernes por la noche Frankenstein salió de la oficina con paso ansioso hacia su estudio, apurado por revisar por primera vez desde los cambios el avance del proyecto.

Notó cierto retraso. Analizando las causas descubrió un sinfín de pequeñas cuestiones no contempladas, algunas de ellas aleatorias: un integrante del equipo se quedó dormido y llegó media hora tarde. Otro se descompuso y se retiró… veamos… dos horas antes. Otro derramó café sobre su teclado y el reemplazo insumió… veinte minutos. Algunas tareas habían llevado tanto más de lo esperado y otras menos…

Trabajó todo el fin de semana ajustando el proyecto con la minuciosidad de un cirujano. Los datos recabados daban una visión microscópica a partir de la cual pudo calcular los tiempos de las tareas con una precisión de segundos y estimar los imprevistos asignándoles una probabilidad y costo mucho más exactos.

Llegó el Lunes y el Viernes siguiente. El desvío total, la sumatoria de todos los pequeños desvíos individuales con respecto a la planificación resultó de… 30 minutos.

Frankenstein respiró hondo y por primera vez en mucho tiempo sintió el cansancio. Ajustó el proyecto reservando una hora, 13 minutos y 23 segundos para una reunión en la que esperaba mostrar sus resultados. Y durmió. Durmió como un bebé todo el fin de semana.

El Lunes, en 1 hora, 3 minutos y 10 segundos presentó el avance en la reunión a la que invitó no sólo a los desarrolladores sino también a sus superiores y a jefes de otras áreas. Los saludos de rigor insumieron 5 minutos y 22 segundos. Desde que se dio por terminada la presentación hasta que todos llegaron a sus puestos de trabajo pasaron 6 minutos y 10 segundos. Total: 1 hora, 14 minutos, 42 segundos. Desvío: 1 minuto y 19 segundos.

… continuará. Actualización: capítulo V.

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